así empezó la guerra civil

19-J: la batalla de Barcelona

¿Por qué no triunfaron los golpistas en Catalunya? La razón no fue solo la resistencia obrera en las calles. La rebelión se encontró en Barcelona con unas fuerzas del orden prevenidas, leales y preparadas para la defensa.

19-J: la batalla de Barcelona_MEDIA_3

19-J: la batalla de Barcelona_MEDIA_3

ERNEST ALÓS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Recibirán cinco resmas de papel tipo 19. Este telegrama (hay versiones ligeramente distintas) es la señal que esperan los conspiradores para sacar las tropas a la calle en Barcelona: el 19 de julio a las 5 horas. La noticia no es una sorpresa para nadie. A diferencia de otros puntos de España, las autoridades republicanas y los sindicatos están prevenidos y han hecho planes para resistir.

El comisario de Ordre Públic de la Generalitat, el capitán Frederic Escofet, y su subordinado y cabeza de la Unión Militar Republicana Antifascista en Catalunya, el coronel Vicenç Guarner, son los cerebros del contragolpe. Los informadores de Guarner conocen la constitución de la junta rebelde en Barcelona el 18 de mayo, y acaban deteniendo a un capitán con documentación comprometedora. Escofet no se queda con los brazos cruzados: establece una red de vigilancia, releva a los mandos de la Guardia de Asalto y planifica la resistencia en las calles.

Llega el 18 de julio. El golpe ha empezado y las escuchas telefónicas revelan que la madrugada del 19 de julio se extenderá a Barcelona. Escofet se garantiza la lealtad de los mandos de la Guardia Civil (Aranguren, Brotons y Escobar), que concentrarán a sus hombres en los cuarteles de Ausiàs March y Consell de Cent (la actual redacción de EL PERIÓDICO) y en la Conselleria de Governació. Escofet pide dos veces al general al mando en Catalunya, Llano de la Encomienda, que detenga a 70 oficiales. El general, que cree en la palabra de sus hombres, se niega. «Era leal pero idiota», dirá de él Escofet.

Mientras, los dirigentes de la CNT se reúnen. Durruti, los hermanos Ascaso y García Oliver pasarán toda la noche en el número 276 de la calle de Pujades, en Poblenou. Los camiones y las armas que han conseguido por su cuenta esperan en el campo del Júpiter. Cuando los militares se muevan desde sus cuarteles en la periferia, las sirenas de las fábricas darán la señal. Los anarquistas levantarán barricadas y los hostigarán mientras marchen por las calles.

Todo está preparado para que se enfrenten en las calles todas las unidades de la guarnición de Barcelona (dos regimientos de infantería, dos de caballería, dos de artillería y un batallón de zapadores) contra unos 2.500 agentes de seguridad.

A partir de las cuatro de la madrugada del 19 de julio, los rebeldes detienen a los oficiales leales en los cuarteles, se les suman tres centenares de civiles (más carlistas que falangistas) y marchan sobre el centro. Les espera la Guardia de Asalto en Diagonal/paseo de Gràcia, Pla de Palau, Correos, Telefónica, Ràdio Barcelona, Ràdio Associació, la plaza de Espanya y la comisaria de Via Laietana, donde Companys y Escofet están al mando. La CNT resistirá sobre todo en las barricadas de Sants, el Paral.lel y la Rambla. En la avenida de Icària utilizarán bobinas de papel como barricada móvil.

A las 12 horas acaba la primera fase de la batalla. Los militares han sido rechazados en Poblenou, la Diagonal y la calle de Diputació. Controlan las plazas de Espanya, Colom, Universitat y Catalunya pero la Guardia de Asalto les impide penetrar en Ciutat Vella, mientras los sindicatos les hostigan por la retaguardia. El general Goded llega desde Mallorca en hidroavión para tomar el mando pero no consigue revertir la situación.

La hora de la verdad llega cuando Escofet pide que entre en juego la Guardia Civil. Una columna de 400 uniformes verdes, al mando del coronel Antonio Escobar, desfila por la Via Laietana a las 14 horas. Companys y Escofet, en el balcón, contienen el aliento. Escobar se cuadra y se dirige a asaltar los reductos militares en las plazas de Catalunya y Universitat. A partir de ese momento la jornada está ganada.

Por la tarde fuerzas de seguridad y milicianos asaltan capitanía y arrestan a Goded, al que Companys, ya en la Generalitat, convence para comunicar por radio su rendición. Su mensaje desactiva la revuelta en el resto de Catalunya. El último reducto, en Drassanes, cae el día 20, en un asalto encabezado por los anarquistas, que llegan los primeros al cuartel de artillería de Sant Andreu y se hacen con 30.000 fusiles.

La CNT y la FAI queda dueña de la calle. Juan García Oliver propone tomar el poder y anular la Generalitat. La mayoría prefiere integrarse el 21 de julio en el Comité Central de Milicias Antifascistas, que escapa al control de Companys y ejerce un poder revolucionario durante nueve semanas. Ese verano la violencia revolucionaria acaba con las vidas de 3.400 personas. Escofet, sin quien el golpe habría triunfado en Barcelona, dimite para no convertirse en «el comisario de desorden público».