DEBATE SOBRE LOS LÍMITES DE LA INFORMACIÓN

Contra el periodismo basura

Un manifestante con una máscara de Murdoch, el dueño del imperio mediático del que aún forma parte 'News of the World', mueve las marionetas del primer ministro Cameron y del titular de Cultura y Medios, Hunt, frente al Parlamento británico, el viern

Un manifestante con una máscara de Murdoch, el dueño del imperio mediático del que aún forma parte 'News of the World', mueve las marionetas del primer ministro Cameron y del titular de Cultura y Medios, Hunt, frente al Parlamento británico, el viern

JOSEP SAURÍ
BARCELONA

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Goodbye, cruel World,titulaba el jueves el venerableDaily Telegraph.Y es que el caso de las escuchas telefónicas deNews of the Worldno debería dar pie a ningún debate sobre los límites del periodismo.«Las escuchas ilegales no son un exceso periodístico; son delito, por lo que no cabe hablar de códigos deontológicos, sino del Código Penal», en palabras de Marc Carrillo, catedrático de Derecho Constitucional de la Universitat Pompeu Fabra.

Pero sí, hay debate. Pinchando el móvil de una niña secuestrada y asesinada y el de la viuda de un sargento caído en Afganistán, entre tantos otros, el tabloide dominical no solo ha marcado un hito en la historia del periodismo basura y ha concitado el desprecio de los británicos. Ha arrastrado a la profesión ante el espejo. Incluso al diván.

Y eso que la cosa no tiene vuelta de hoja. Para hacerse una idea, si se le aplicara el derecho penal español, el diario británico habría incurrido en«violación de secretos, intromisión ilegítima en la intimidad de las personas y soborno a funcionarios públicos, entre otros delitos», enumera Carrillo. Un medio puede difundir información sobre la actividad privada de las personas, pero«siempre que sea de interés público y se obtenga conforme a la ley».

Servicio público o mercancía

El problema es que lo que ha hechoNews of the World«ataca la credibilidad de toda la profesión. Un golpe tan fuerte como este invita a reflexionar, no solo en el Reino Unido sino también aquí», apunta Llúcia Oliva, presidenta del Consell de la Informació de Catalunya (CIC), organismo impulsado por el Col·legi de Periodistes para velar por el cumplimiento del código deontológico en los medios.

Reflexionemos, pues. ¿Cómo ha podido ocurrir? ¿Cómo se ha llegado tan lejos?«La prensa necesita vender, y no repara en medios. Vale todo», afirma sin tapujos Miguel Ángel Idígoras, director de Euskal Telebista, la televisión pública vasca, y excorresponsal de TVE en Londres. Oliva alerta de que«muchos medios ya solo son parte de un complejo empresarial multinegocios que convierte el periodismo en una mercancía más».

Así, y en un contexto de crisis y de feroz competencia,«el periodista lo tiene crudo. Obsesionado con la inmediatez, con la reacción rápida, cada vez tiene más presión y menos tiempo para pensar en lo que hace y cómo lo hace»,añade. «Medios y periodistas tenemos que hacer autocrítica y replantearnos lo que a veces llamamos periodismo de investigación y que no es otra cosa que la compra de información», propone Idígoras, de nuevo sin rodeos.

En realidad, esta vez ha sido la propia opinión pública británica, los lectores -y los anunciantes con más reflejos-, quienes han dicho basta.«Cuando se compra información con la que atacar a políticos y poderosos o a cierto famoseo, la gente puede llegar a comprenderlo e incluso aplaudirlo. Pero no lo tolera si se trata de personas vulnerables, que podrían ser ellos. Ni tampoco admite que la policía se preste», sostiene Idígoras, quien dice tener sus dudas de que en España pasara lo mismo:«El lector y espectador británico se rebela cuando se siente agredido. Al español le cuesta más, lo asume con cierta resignación».

Oliva discrepa:«Cada día el CIC recibe comentarios y quejas. La gente se ofende cuando la información no es ética y de calidad».Y es que la prensa española ha presumido siempre de que aquí no han cuajado los tabloides, pero eso no implica verse libre de su lógica y sus excesos, que«impregnan sobre todo algunos formatos de la televisión privada», afirma Idígoras.«Tratan todo tipo de información de forma frívola y sensacionalista, incluida la política. Se insulta, se agrede. Y se acepta como algo normal»,se exclama.

«Eso no tiene nada que ver con el periodismo, y le hace mucho daño»,coincide Oliva, quien recuerda que«los medios privados también tienen que hacer servicio público». Carrillo incluso propone para este tipo de comunicación«un trato jurídico distinto»al del periodismo:«No informa, sino que vende un producto. No debería poder invocar el derecho a la información».

Así las cosas, Oliva receta«reforzar los mecanismos de autorregulación», internos -libros de estilo, estatutos de redacción, figuras como los defensores del lector y la Defensora de la Igualdad de EL PERIÓDICO- y externos, como el propio CIC:«Queremos trabajar más con las empresas y los periodistas para mejorar la manera de hacer periodismo. Es más importante que nunca una información ética y rigurosa, que ayude a la gente a entender el mundo en el que vive, a tomar decisiones y defender sus derechos». La presidenta del CIC añade otra exigencia básica: hay que escuchar más a los ciudadanos. «Nos debemos a ellos por encima de todo, incluidas nuestras empresas y cualquier otro interés», concluye.