Publicada en El Periódico el día 2 de julio

Las heridas de la danza

ÀNGELS GALLARDO

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La osamenta, los músculos y las articulaciones de Guido Lucas, 17 años, alumno avanzado del Institut del Teatre (IT) de Barcelona y practicante de danza contemporánea desde que tenía 5, están moldeados por las exigencias de fuerza y flexibilidad que le ha marcado el baile, ejercicio al que dedica cinco horas diarias, cinco días de la semana. Conoce, porque las ha sufrido, los extraños nombres médicos de muchas de las lesiones que forman parte del duro aprendizaje de una interpretación artística que no permite alcanzar la creatividad sin antes tener un completo dominio de la técnica. Al igual que les ocurre al 80% de los bailarines, es raro que Guido pase un año sin lesiones. Y como la mayoría de sus colegas, solo conoce a un médico especializado en el diagnóstico y tratamiento de las heridas que provoca la danza profesional: el doctor Carles Puértolas, responsable del área de salud del IT y profesor de anatomía aplicada a la danza en el instituto.

Pocos en España

Por supuesto, existen fisioterapeutas y traumatólogos expertos en el esqueleto humano, pero se cuentan con los dedos de una mano los especialistas que dominan en España las específicas lesiones a que da lugar la tensa alineación del cuerpo o las flexiones y los saltos acrobáticos que forman parte de esta expresión artística. «En España existen médicos para futbolistas o para cualquier deportista, pero la danza está desamparada en ese aspecto», afirma el doctor Puértolas, que también dirige la unidad dedicada a esta especialidad en el Hospital General de Catalunya (HGC). «En la danza, como en todos los ejercicios que exigen una técnica depurada, ocurren muchas lesiones por mala colocación de pies, piernas o columna, pero su factor diferenciador -el contenido artístico- la hace más proclive que la mayoría de los deportes a las patologías», asegura el médico, que es músico y fue bailarín. El servicio médico del IT analiza en el primer curso los parámetros y las aptitudes del aparato locomotor de los alumnos de danza, unos 250 cada curso entre los de 12 a 16 años, que siguen enseñanza secundaria en el instituto, y los mayores de 18, que estudian en el Conservatori Superior de Dansa. Pero, más allá de este consultorio y del instalado en el HGC, los más de 10.000 practicantes de la danza que existen en Catalunya no disponen de consultorios en los que cuando una bailarina relata al médico que ha sufrido un tirón al hacer un grand plié el doctor sepa que se refiere a una flexión de piernas hasta rozar el culo con el suelo. «La medicina deportiva está respaldada por una federación que mueve dinero, pero la danza, en España, no tiene quien la ampare», comenta Puértolas, que organiza su servicio médico a imagen de los de Ámsterdam y Nueva York, ciudades con tradición en el cuidado médico de la danza.

Y no es que los danzarines de aquí infravaloren las consecuencias de las lesiones. «Me preocupan muchísimo», asegura Guido Lucas. La última que ha sufrido él, una lumbalgia fulminante, le ha obligado a dejar de bailar durante tres semanas, una inactividad que le ha causado un gran disgusto. Ni siquiera interrumpió su práctica diaria cuando sufrió una condromalacia rotuliana, inflamación del cartílago de la rótula debido a una alineación incorrecta de la pierna al dar un salto. «Seguí bailando -explica Guido-. No daba saltos, no doblaba las piernas, pero seguí bailando. Si paras, pierdes condición física, no evolucionas, y eso es lo peor que le puede pasar a quien practica la danza».

Es raro el bailarín que no se lesiona, asegura Puértolas. «Y no hablo de accidentes, sino de patologías causadas por la falta de técnica o por la escasa fuerza muscular de los estudiantes que están creciendo», explica. La gravedad de las lesiones está relacionada con el tipo de danza. En la contemporánea, que practican un 80% de niñas y un 20% de niños, ellos sufren dolencias más trascendentes, porque alzan a las bailarinas y dan saltos. En el baile clásico, el flamenco, el jazz o el claqué las lesiones se concentran en pies y piernas. «La danza es movimiento, expresividad, concentración, creatividad y comunicación -resume el médico-. Hay que saltar, hacer acrobacias, caer de puntillas con las piernas perfectamente alineadas... el ejercicio físico es intenso, pero la finalidad no tiene nada que ver con un deporte. Son artistas».