MAREA HUMANA CONTRA LA GESTIÓN POLÍTICA DE LA CRISIS

Decenas de miles de indignados toman en paz las calles de España

FIDEL MASREAL / BARCELONA
ROSA M. SÁNCHEZ / MADRID

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éxito inapelable y pacífico de los indignados en toda España. Tras un convulso mes de vida, durante el cual este movimiento espontáneo y sin líderes ha estado alguna vez en la cuerda floja, ayer las manifestaciones celebradas en unas 50 ciudades de España, y también en Bruselas, París y Lisboa, reunieron a muchas decenas de miles de ciudadanos y consiguieron recuperar y aumentar el espíritu inicial del 15-M, masivo, plural y no violento, contra los recortes sociales, la crisis y el sistema político. Más de 100.000 personas desfilaron en Barcelona y casi 50.000 en Madrid, las dos ciudades con más participación.

En Barcelona, además, la marcha, desde la plaza de Catalunya hasta Pla de Palau, fue una reválida exitosa porque transcurrió de forma absolutamente pacífica, festiva y familiar. Exactamente lo que pretendían los indignados tras ver su imagen manchada el pasado miércoles con los ataques a diputados ante el Parlament. No hizo falta que el servicio de orden de los organizadores, equipado con petos fluorescentes con el lemaViolencia, no, tuviera que actuar. En el ambiente flotaba la necesidad de superar esta palabra: violencia. Pero desde el primer momento se intuyó que los Mossos d'Esquadra no necesitarían intervenir. Al final de la protesta, dos centenares de manifestantes se concentraron a las puertas del Parlament, frente a los Mossos, pero finalmente se marcharon sin causar incidente alguno.

En Pla de Palau, al término de la marcha, los organizadores incluso llamaron a la ciudadanía a no seguir el camino hacia el parque de la Ciutadella para evitar problemas. Todo lo más, se pudo ver a algunos manifestantes pasando ante las furgonetas de los Mossos d'Esquadra con las manos en alto y ataviados con narices de payaso.

INTERGENERACIONAL //El protagonismo fue, pues, para la acción pacífica en una manifestación más que plural: abuelas que explicaban cómo habían corrido delante de la policía franquista y se solidarizaban con sus nietos por la falta de futuro; intelectuales como Vicenç Navarro, Joan Subirats, Manel Delgado o un aclamado Arcadi Oliveres; artistas como Mariscal; adolescentes como Aroa y Paula, de 14 y 15 años, que iban por primera vez a una manifestación

-«porque es nuestro futuro»-; médicos, trabajadores despedidos de una Telefónica con beneficios; sindicalistas; acampados de la plaza de Catalunya; mujeres de mediana edad con sus madres; niños con el lema¿Por qué tengo yo que pagar el pato?en la camiseta; jóvenes vestidos de payaso, y grupos procedentes de barrios de Barcelona y ciudades del Vallès, el Maresme o el Baix Llobregat.

Los lemas de las pancartas reproducían un sinfín de malestares, tras la consigan principal deLa calle es nuestra, no pagaremos su crisis. Había referencias a los recortes sociales y de las pensiones, lemas contra el capitalismo, gritos dePuig dimisión,y muchas críticas a los representantes políticos:Políticos, gestores del capitalismo,Le llaman democracia y no lo esoNo nos representan.

El éxito de Barcelona llegó precedido por la gran capacidad de convocatoria matutina en Madrid. Las seis multitudinarias marchas que partieron de diferentes barrios de la ciudad y de los municipios de Leganés y Getafe confluyeron en el entorno de la plaza de Neptuno, a unos 300 metros del Congreso de los Diputados. Un fuerte dispositivo policial impedía a los manifestantes acercarse al Congreso ni por la Carrera de San Jerónimo ni por ninguna de las calles adyacentes, que quedaron convertidas en vías fantasmas.

MADRID, TAMBIÉN EN PAZ // Cientos de manifestantes protestaban ante las vallas de la carrera de San Jerónimo e increpaban a los agentes de la Policía Nacional que, desde el otro lado, vigilaban impávidos que nadie rompiera el cordón de seguridad. «Eso, eso, eso, todos al Congreso», «de-

jadnos pasar, no vamos a robar», gritaban los manifestantes. La prueba de fuego para que la protesta se ganara la fama de pacífica y festiva que se habían propuesto los convocantes era que nadie saltara esa valla y en eso se afanaron los miembros de la comisión de respeto (servicio de orden), que formaron un cordón humano de manifestantes para que nadie se acercara a menos de dos metros de las vallas. A pesar de eso, tuvieron que frenar a más de un exaltado.

A partir de las dos de la tarde, los asistentes empezaron a buscar un lugar a la sombra donde comer, a refugio del intenso calor que dominó la jornada.

Antes se leyeron algunos comunicados. En uno de ellos, Democracia Real Ya -una de las organizaciones que apoyaba la marcha convocada por la Coordinadora de Barrios y Pueblos en Lucha- pidieron «comenzar a trabajar para preparar una huelga general», iniciativa que fue coreada con entusiasmo por algunos de los asistentes. También en Barcelona los gritos a favor de la huelga se hicieron notar, pero de momento el grueso del movimiento no tiene previsto ir por ese camino, ni en Barcelona, ni en Madrid.

Otro colectivo del 15-M aprovechó para impulsar la iniciativa de convocar un referendo popular el 15 de octubre en el que se pretende someter a consulta cuestiones sobre el modelo electoral, los impuestos, la independencia del poder judicial, la participación ciudadana y la economía.

Esta propuesta pone sobre la mesa uno de los retos del movimiento: responder a la pregunta de ahora, ¿qué? Más allá del apoyo social en las manifestaciones, los indignados eran anoche conscientes de que su reto es todavía más elevado: canalizar la energía liberada. «Todo está por hacer y todo es posible», recordaba un activista del movimiento parafraseando al poeta Martí i Pol. Otro, Enric, reconocía que ayer el colectivo tuvo un respiro, pero ahora «debe tomar conciencia de sí mismo y pulir los extremos -los grupos violentos oantitodo, por un lado, y las tendencias máslight, por otroSEnD, mediante la fuerza de los barrios e internet». Para ello disponen de lo que ayer el manifestante y experto en políticas públicas Joan Subirats resumía de este modo: «Esto durará».