indignados, comprometeos
Avance de la nueva obra de Hessel: introducción de la edición española
Tras el éxito de '¡Indignaos!', Stéphane Hessel vuelve con un nuevo libro que insta a la sociedad a ir un paso más allá. Este es el texto de introducción de la edición española.
El inspirador del movimiento de los indignados aboga por pasar a la acción
Queridos amigos de los pueblos de España:
«¡Indignaos!». El mensaje se oye en muy diversos países de Europa y del mundo. El sentido de la indignación se extiende, y pone de manifiesto una viva esperanza por parte de los ciudadanos de las sociedades modernas, y sus preocupaciones.
La gravedad de la situación ecológica, las desigualdades cada vez más profundas, el egoísmo de los poderosos, la dictadura de los mercados, la violación de valores fundamentales y tantos otros peligros a los que nos vemos enfrentados nos imponen a un tiempo reflexionar, comprender y actuar en consecuencia.
Esta situación no hace sino reforzar la incitación, en un momento en que el sur del Mediterráneo nos demuestra que los pueblos pueden agruparse, indignarse y responder a una situación que no les conviene.
Motivos para la indignación no faltan. Y si a veces nos parecen lejanos o abstractos, pueden asimismo presentársenos de forma muy concreta.
España, que a lo largo de las últimas décadas ha vivido una transición democrática, un auge económico y transformaciones sociales que despiertan admiración, no es una excepción: los jóvenes, a menudo sin futuro, afectados por el paro y la precariedad laboral; la incertidumbre que angustia a millones de trabajadores y a sus familias, sin que nadie les ofrezca perspectivas de mejora a corto o medio plazo; la puesta en entredicho de conquistas sociales, logros y derechos adquiridos a lo largo de las últimas décadas a costa de importantes esfuerzos y luchas; la especulación inmobiliaria
desenfrenada, económica y socialmente absurda, que dificulta el acceso a la vivienda al tiempo que altera los paisajes litorales y el medio ambiente; los escándalos de corrupción que implican a dirigentes políticos.
Entonces, ¿qué hacer? Este mundo extraño e incierto ¿debe por ello desanimarnos y dejar que nos hundamos en el pesimismo?
¡No!
Nuestra capacidad para indignarnos puede y debe llevarnos a acciones constructivas, motivadas por el rechazo de la pasividad y de la indiferencia.
Saber decir no. Denunciar. Protestar. Resistir. Indignarnos.
Desobedecer, en ocasiones, frente a lo que nos parece no legítimo y cercena las libertades y los derechos fundamentales.
Saber decir sí. Actuar. Militar. Tomar parte en la «insurrección pacífica» que nos permita dar respuestas a un mundo que no nos conviene.
En una palabra: comprometerse.
Comprometerse significa abrirse al mundo que nos rodea. Supone decir, en contra del determinismo histórico, que existe algo que inventar. Es lo contrario del derrotismo y de la resignación.
Hay alternativas: tenemos la posibilidad de seguir los caminos de un mundo mejor gobernado. ¡Llegó la hora de actuar! Los retos, la necesidad de un cambio, las soluciones que es preciso poner en práctica deben comprometer la responsabilidad que nos es propia, la que nos define como personas. Así pues, experimentemos, dirijamos la mutación -ecológica, solidaria, social, ética, económica, política- y tratemos de construir juntos un futuro sostenible.
Con el realismo que se impone ante la magnitud de los desafíos y las crisis, pero también con el optimismo de la voluntad.
Describir los grandes retos de nuestro tiempo -entre los que destacan la ecología, la democracia, la justicia social-, indicar ámbitos en los que los jóvenes, y los no tan jóvenes, puedan encontrar materia para desarrollar su dinamismo, su energía creadora y su civismo. Tal es el objeto de esta pequeña obra. ¡Comprometeos! constituye no tanto un programa o una conminación como una incitación a movilizarse.
Una invitación a comprometerse personalmente en la vida ciudadana y en las luchas de nuestro tiempo. Os corresponde a vosotros, amigos de España -país en el que la diversidad de las culturas es mundialmente reconocida-, ciudadanos del mundo, a cada uno de nosotros individualmente, y a todos nosotros colectivamente, encontrar las pistas a través de las cuales «la internacional ciudadana» en gestación podrá dotar de vida este siglo. No para lograr el mejor de los mundos, sino un mundo viable.
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