ELECCIONES MUNICIPALES EN BARCELONA

La derrota de Hereu emerge como símbolo del varapalo al PSC

El alcalde Jordi Hereu, junto al expresidente de la Generalitat y primer secretario del PSC, José Montilla, ayer.

El alcalde Jordi Hereu, junto al expresidente de la Generalitat y primer secretario del PSC, José Montilla, ayer.

XABIER BARRENA
BARCELONA

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El PSC estalló ayer en mil pedazos, como no lo había hecho el pasado 28 de noviembre, cuando las elecciones autonómicas. La enorme cuota de poder perdida en el terreno municipal (su terreno, históricamente) obligará, ya lo advirtió su todavía primer secretario, José Montilla, «a sacar conclusiones, que serán duras y a hacer los cambios que toquen». El próximo congreso vivirá, a tenor de lo dicho por Montilla, poco menos que una refundación del partido. El símbolo de la hecatombe socialista es, sin duda, la pérdida, tras 32 años de la alcaldía de Barcelona. Algo que, desde hace año y medio, se veía venir, aunque no por ello sea menos impactante. «La realidad es dura», sentenció Montilla.

«Hemos sufrido una derrota, pero el PSC no está derrotado» clamó el primer secretario, rodeado de su secretario de Organización, José Zaragoza, de Jordi Hereu y del viceprimer secretario, Miquel Iceta, en una desangelada sede del PSC. La pérdida de Barcelona y Girona y el hecho de que un acuerdo entre CiU y PP podría arrebatarles, también, Tarragona y la Diputación de Barcelona

-auténtico cuartel de invierno de los socialistas- dibujan un panorama desértico para el PSC. En ese horizonte, la mayoría absoluta de Àngel Ros en Lleida (la única de un socialista en las 51 capitales de provincia españolas) se entiende como un duro recordatorio de lo que un día fue este partido.

OTRO MUNDO, OTRA POLÍTICA / «Queremos establecer una alianza con aquellos que creen que otro mundo es posible. Y otra política, también». Montilla se acordó así de los que acampan estos días en las plaza de Catalunya. También lo hizo Hereu. Parece como si los acampados y sus demandas se hubieran convertido, ahora, en una especie de esperanza de futuro para la izquierda catalana. Los cinco concejales obtenidos por ICV han obligado, ya, a pensar en buscar esos colectivos alternativos.

Jordi Hereu tendrá el dudoso honor de haber protagonizado los dos peores resultados del partido en Barcelona: los 11 concejales de ayer, pero también los 14 que obtuvo hace cuatro años. Hereu no quiso anoche despejar las principales dudas que ahora asolan su futuro personal y el de su partido. «Seguiremos trabajando por la ciudad

desde otro lugar». Desde el frío banco de la oposición, en concreto.

Pero hay datos que obligan a la reflexión. El hasta ahora hegemónico partido en Barcelona, el PSC, se halla, en este momento, más cerca del PP, 30.000 votos y tres concejales por encima, que de CiU, a 40.000 sufragios y cuatro butacas en el pleno municipal.

Un total de 50.000 barceloneses que votaron a Hereu en el 2007 dejaron ayer de hacerlo. Al final, todo aquello con lo que se especuló en el último año y medio se ha cumplido a rajatabla. Los votantes de los feudos socialistas se abstuvieron.

ACEPTACIÓN IMPECABLE / En su impecable discurso de aceptación de la derrota, Hereu destacó su campaña electoral. De hecho, su trabajo desde que se convocaron las elecciones primarias que le enfrentaron a Montserrat Tura, ha sido más que óptimo. Pero, como muchos en su partido y en su equipo temían, no le ha alcanzado para dar la vuelta a una imagen dañada por unos pésimos primeros años de mandato y por la herencia recibida en forma de baja popularidad del anterior alcalde, Joan Clos.

El batacazo de ayer no es más que el final de la cuesta abajo que se inició en el 2003 cuando Clos paso de 20 a 15 concejales y de 15 a 14 en el 2007, cuando Hereu detuvo el golpe que ya entonces pronosticaba una victoria de Xavier Trias.