Análisis

Explotó la burbuja

CARLOS CARNICERO

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Se llaman burbujas porque su explosión es previsible. Años situando la desafección política en el epicentro de las encuestas del CIS, y ha ocurrido como con la inmobiliaria. Los partidos no se han dado por afectados y al final ha explotado la burbuja de la indignación.

Y, de repente, los ciudadanos en ejercicio de su libertad, han tomado la calle y han dicho ¡basta! Sin bronca, sin romper vidrieras. En plena campaña electoral municipal y autonómica, promoviendo el ridículo de algunos políticos que intentan encabezar una manifestación que va contra todos ellos.

Es lógico que no aprendan nada. ¿Cómo es posible una conversión tan precipitada de políticos, empresarios, sindicalistas y representantes de diversas instituciones, que pudiendo haber puesto remedio, no hayan hecho nada hasta ahora?

RecuerdaTony Judt en su testamento filosófico -El refugio de la memoria-que el Gobierno laborista británico deClement Attleese comprometió a «garantizar a los más pobres una vida que mereciera la pena vivirse y un Gobierno a su servicio». No es pedir demasiado, aunque ahora suene exótico. Pero es un resumen excelente para unas demandas razonables que se han instalado en carpas en la calle y amenazan con no levantarse hasta que tengan garantías de que pueden protagonizar el cambio. Un cambio sencillo: adaptar la política al siglo XXI para que la economía deje de ser la que imponga las reglas de juego a la soberanía de las naciones. Sencillo, ¿no? ¿Se puede estar en desacuerdo con algo tan razonable? ¿De verdad no era previsible?

La Comisión Europea ha amenazado al Gobierno deJosé Luis Rodríguez Zapatero por no haber adaptado la normativa comunitaria que regula las gratificaciones de los banqueros. ¿Quién da más? Un Gobierno socialista que ni siquiera ha tenido el coraje de hacer una recomendación ética a los poderosos.

Quienes tienen el mando a distancia de la sociedad, ¿pensaban que esta burbuja no iba a explotar nunca? La indignación ha dado paso a la rebeldía y esta bola de nieve es ya imparable.