una realidad extendida pero MUY desconocida

El sexo de los ángeles

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ELENA PARREÑO / BARCELONA

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La primera vez que Juan fue a un burdel estaba expectante. A su lado, su compañero lloraba de emoción, tenía 40 años y nunca había estado con una mujer. Guillem también quiso probar, pero no repitió. Lidia tiene pareja y la sexualidad sin tapujos hace años que forma parte de su vida. Diferentes entre sí, tienen en común una discapacidad intelectual. "La idea que hay de las personas con discapacidad es que son ángeles y no tienen sexualidad o son demonios y van descontrolados", lamenta Gemma Deulofeu, psicóloga de Aspanin. Esta entidad ubicada en Badalona es la única en Catalunya que gestiona de forma integral la realidad sexual y afectiva de las personas con una discapacidad intelectual. Lo hace a través del Programa de Educación Afectiva y Sexual (PEAS), con talleres para profesionales, familiares y usuarios, y consta de una parte terapéutica y otra formativa. Los talleres ofrecen herramientas para que los usuarios vivan una sexualidad segura y placentera. Abordan temas como la masturbación, pero también la pornografía o la prostitución.

AL BURDEL, COMO AL MÉDICO

A raíz del estudio personalizado de cada caso y si el usuario demanda un servicio sexual profesional, la entidad asesora y acompaña a la persona en todo el proceso, que en última instancia y en un 10% de los casos consiste en ir a un burdel. "Nos encontramos con usuarios que iban a burdeles y decidimos que, igual que se les acompaña al médico, se les acompañaría al prostíbulo; la idea era garantizar las medidas higiénicas y sanitarias, encontrar un lugar donde se les tratase bien y donde no hubiera abusos", dice Deulofeu. Tuvo que  llamar a unos 50 burdeles hasta que uno aceptó.

Existen ciertos mitos sobre las personas con discapacidad, entre ellos que su sexualidad está muy acentuada y es distinta a la de los demás. En este punto Deulofeu insiste: "Su sexualidad es idéntica a la nuestra; discapacidad intelectual y disfunción sexual no van ligadas; sí que hay que trabajarla de manera específica porque necesitan apoyo para tener un modelo saludable de sexualidad", dice Deulofeu. Entre los aspectos específicos están el control de los impulsos y la autorregulación, características de la limitación intelectual que pueden expresarse tanto en la sexualidad como en cualquier otro aspecto de sus vidas.

CHOQUE CON LA REALIDAD

Juan tiene 20 años, le da vergüenza hablar de su experiencia y ríe de forma contagiosa. Tutelado por Aspanin, hace un mes y medio fue a un prostíbulo. Un monitor les acompañó a él y a su compañero de piso, que tuvo su primera relación sexual allí, con 40 años. Para Juan la experiencia fue buena y quizá vuelva, pero antes tiene que hacer los talleres. Después de la visita al prostíbulo, se lo dijo a su madre, que puso el grito en el cielo. "Me dijo: ‘¡No vayas a esos sitios, no te aficiones a eso!’", ríe Juan.

La experiencia de Guillem, de 47 años, es distinta. Hace dos años fue a un burdel y no ha vuelto. Es la única relación sexual que ha tenido. "Me sentí sucio, vendí mi cuerpo, pagué y no me llenó –cuenta–. Lo más normal es hacer el acto sexual cuando dos personas se quieren y tienen ese feeling de querer hacer el amor en un momento de la vida en que estás tranquilo". A Guillem le gustaría tener pareja, pero le cuesta encontrarla: "Que tenga una discapacidad no quiere decir que no valga para tener una relación sexual o una afectividad amorosa". Guillem, lúcido y amable, concluye: "Hay gente que ve a una persona con discapacidad y dice: ‘Mira ese tonto, se ha enamorado’. Como si a ellos no les pasara".

Lidia tiene 40 años y habla sin complejos sobre el sexo. Hace 15 años que tiene pareja y los talleres  le han ayudado a vivir una sexualidad más plena. Las chicas con discapacidad intelectual tienen menos dificultades que los chicos para encontrar pareja o practicar sexo. "Si una chica quiere tener relaciones íntimas quizá no le haga falta pagar, en cambio a un chico puede costarle más", dice Deulofeu, a quien  nunca una chica le ha requerido un servicio sexual de pago: "Es algo que esencialmente demandan los chicos".