LOS AVANCES DE LA INVESTIGACIÓN

El asesino de Olot también salió a la caza del jefe del banco y un colega

El alcalde de Olot (izquierda) consuela al director de la oficina de la CAM.

El alcalde de Olot (izquierda) consuela al director de la oficina de la CAM.

F. COSCULLUELA / OLOT
A. BAQUERO / BARCELONA

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Antonio Fierro Solano, el director de la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) que se salvó del tiroteo mortal que acabó el miércoles con la vida de dos de sus colaboradores, tuvo el coraje de asistir ayer al acto de homenaje que se rindió a las cuatro víctimas mortales de Pere Puig Puntí ante el Ayuntamiento de Olot. Dos minutos de silencio que congregaron a medio millar de personas y que sirvieron para dar apoyo a los familiares de los fallecidos y al director de la sucursal, que era uno de los objetivos principales del asesino, según informaron ayer fuentes cercanas a la investigación.

Fierro se salvó de los disparos porque en el momento en el que llegó Puig a la entidad bancaria él estaba ausente. Pero el director de la CAM no fue el único afortunado. Las mismas fuentes han confirmado que Puig también tenía en el punto de mira a otra persona. En esta caso se trataba de un trabajador que frecuentaba el restaurante La Cuina de l'Anna, el establecimiento de La Canya en el que perpetró los dos primeros crímenes antes de dirigirse a la entidad bancaria de Olot en la que mató a otras dos personas.

DÍA DE SUERTE / El miércoles, poco después de que el albañil de Sant Esteve d'en Bas llevara a cabo su batida criminal un joven llamado Llorenç explicó a los clientes del bar Pekín de Olot que había vuelto a nacer, porque estaba convencido de que si hubiera estado desayunando en compañía de los constructores asesinados en La Canya, Puig también le habría matado. «Llorenç es un autónomo que hacía trabajos para los Tubert. Ese día lo llamaron para que fuera a la obra que tenían en La Canya, pero no pudo ir porque tenía otro trabajo pendiente», explicaron. Ayer, el joven reconoció que no había podido dormir pensando en lo que le habría ocurrido si hubiera acompañado a las víctimas.

Los propietarios del bar Pekín, situado en las proximidades de la vivienda y la oficina de los Tubert, destacaron ayer que se trata de «una buena familia que no se merece lo que les ha pasado». Àngels, hija de los dueños, explicó que Pere Puig era una persona extraña, con la que años atrás había mantenido un enfrentamiento en el local.

Ayer se conocieron nuevos detalles sobre la forma en la que el albañil y cazador de Sant Eesteve d'en Bas llevó a cabo los asesinatos. Cuando entró en el bar de La Canya pronunció una frase que sorprendió a todos y que no tenía nada que ver con la situación real. «Esto es un atraco», dijo antes de apuntar con la escopeta a sus víctimas. Josep Tubert y su hijo Àngel estaban sentados a una mesa con una decena de personas. Disparó al padre, se saltó al resto del personal que estaba en la mesa, y posteriormente arremetió contra el hijo. A causa de las detonaciones, uno de los comensales tuvo que ser atendido por los médicos debido a que se le había reventado un tímpano.

Los Mossos tampoco consiguieron ayer que Pere Puig les ofreciera más explicaciones sobre los asesinatos. Al móvil económico parece ser que también se le suma su indignación por haberse sentido humillado. Ese es el motivo por el que buscaba a otra persona en La Canya, porque consideraba que se reían de él. Una actitud que, a su juicio, también mantenían sus jefes, que hacía meses que no le pagaban. Respecto a los dos asesinatos de la CAM, portavoces de la entidad bancaria señalaron que la caja no tiene ningún problema con Puig y que es un cliente «normal». El detenido tiene abierta una cuenta con la entidad y dispone de una tarjeta de crédito «de la que ha dispuesto unos 4.000 euros». Había agotado el máximo permitido y cada mes iba pagando la deuda con una cuota. No tenía ni hipotecas, ni se había abierto ninguna causa en el juzgado contra él.

OTRA MANERA DE VER LAS COSAS / Hoy está previsto que Pere Puig pase a disposición judicial. Su abogada explicó ayer que pedirá que se realicen informes para evaluar su salud mental. La letrada considera que el detenido razona de manera normal «pero con otra lógica de ver las cosas». Por ese motivo la letrada quiere que se determine si Puig padece algún trastorno mental. Una línea de defensa semejante a la que sigue el abogado de Joan Vila, el celador de Olot que ha confesado que envenenó a 11 ancianos en la residencia geriátrica La Caritat.