Energía y tratamiento de residuos

La sociedad actual evoluciona hacia modelos más comprometidos con el medio ambiente buscando una nueva cultura en la gestión de los residuos. Este nuevo enfoque supone oportunidades de un elevado valor añadido. Las razones de este cambio son: conciencia de que los recursos son limitados, desarrollo tecnológico, cambio climático y situación de crisis energética.

El modelo catalán es homologable a los europeos en cuanto a jerarquía de gestión, objetivos de prevención y niveles de reciclaje. Los objetivos de recuperación fijados en la ley catalana son más ambiciosos que los fijados en la directiva marco. Mientras que Catalunya prevé alcanzarlos en el 2012, la directiva los fija en el 2020. En el 2009 se alcanzó un nivel de reciclaje del 37,6%, por encima del 23% de la UE y del 14% de España. No obstante, hay que amoldar la ley catalana a la nueva directiva, que prioriza la valorización frente a la eliminación, considera la incineración como recuperación energética y deja la opción del depósito como último recurso de tratamiento.

La incineración es una operación de valorización energética si los rendimientos superan cierto umbral: la energía que se obtiene a través de los residuos sustituye el consumo de otros combustibles. Los países que registran los mayores valores de reciclaje -Suecia, Alemania, Bélgica, Holanda- tienen la máxima implantación de esa incineración.

En estos últimos años, en Catalunya se ha hecho un esfuerzo muy importante en la puesta en marcha de instalaciones de tratamiento que nos acerca al nivel de los países más avanzados; pero el procesamiento de los restos de las plantas -un 50%- a medio plazo solo se podrá garantizar con nuevos depósitos y/o el incremento de la incineración y, sea cual sea la solución escogida, hay que prever un periodo de entre tres y seis años para ponerla en funcionamiento, lo cual justifica la necesidad de agilizar la toma de decisiones.