La huella catalana

Eusebi Ayensa, con el texto que escribió Pere el Cerimoniós.

Eusebi Ayensa, con el texto que escribió Pere el Cerimoniós.

X. M.
ATENAS

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Dentro de unas semanas se colocará una placa de mármol en la Acrópolis, al pie de los Propileos y junto a la puerta de Beulé, que reproduce las palabras de elogio que Pere el Cerimoniós escribió en 1380, cuando ordenó que unos ballesteros protegieran la Acrópolis, en aquel tiempo en manos catalanas. El rey Pere señaló entonces que la Acrópolis era«la pus richa joya qui al mont sia», una frase que se grabará en catalán, griego, inglés y castellano para recordar uno de los primeros elogios sobre el monumento más visitado de Grecia.

«Fue el obispo Juan Boyl, que vivía entonces en la Acrópolis, quien solicitó al rey una guardia para protegerla», cuenta Eusebi Ayensa, un apasionado ampurdanés, promotor de la placa, que dirige el Instituto Cervantes de Atenas. «Es entonces cuando este escribe la frase descubierta por el historiador Antoni Rubió i Lluch (1856-1937). Varios historiadores han resaltado la importancia del elogio, escrito antes del renacimiento, y, aunque me consta que ya se intentó anteriormente, es ahora cuando las autoridades griegas han aprobado la colocación de la placa».

LA LLEGADA DE LOS ALMOGÁVARES / La propuesta de Ayensa ha contado con el apoyo de Carmen Caffarel, directora del Instituto Cervantes, y de los arqueólogos griegos Tassos Tanoulas y Alexandros Mandis, vinculados a la Acrópolis. «En el 2011 se cumplirán 700 años de la llegada de los catalanes a Atenas», apunta Ayensa. «Es entonces cuando se inaugurará oficialmente la placa, junto con una exposición sobre la presencia catalana, que se hará en la sede del Instituto Cervantes, y un ciclo de conferencias».

La relación de los catalanes con la Acrópolis, a la que llamaban Santa Maria de Cetines, tiene su origen en la Companyia Catalana d'Orient, formada en 1281 por mercenarios a las órdenes de Roger de Flor para luchar en Sicilia a favor de la Corona de Aragón. Después de la victoria, los almogávares viajaron en 1303 a Constantinopla para ayudar al emperador bizantino y, tras el asesinato de Roger de Flor, devastaron la región, incluidos los monasterios del monte Athos. En 1311, su victoria sobre los francos en la batalla del río Cefis les convirtió en señores de Atenas, que ofrecieron a la Corona de Aragón. Esta conservó los ducados de Atenas y Neoptaria hasta el año 1388.

UN MAL RECUERDO PARA GRECIA / «La verdad es que los griegos guardan un recuerdo nefasto de los catalanes

–indica Ayensa, que ha estudiado el tema con profundidad–, a los que tenían por sucios, saqueadores y violentos. En Neopatria escuché a una vieja que decía: '¡Ojalá acabes bajo la espada de un catalán!'. Y hay frases despectivas sobre los catalanes. La placa, sin embargo, está concebida como un detalle hacia Grecia en unos momentos difíciles, como un pequeño gesto que acerca a los dos pueblos. A lo largo de la historia, Grecia ha sido repetidamente expoliada y humillada, y aún tiene clavada la espina del saqueo de los mármoles de la Acrópolis por Lord Elgin. Por eso pienso que es importante destacar el elogio de Pere el Cerimoniós».