Los proyectos innovadores

Mecenas en el hospital

El doctor Joan Seoane en el laboratorio de Vall d'Hebron donde investiga el tumor cerebral, el viernes.

El doctor Joan Seoane en el laboratorio de Vall d'Hebron donde investiga el tumor cerebral, el viernes.

ÀNGELS GALLARDO
BARCELONA

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Empieza a despertar en Catalunya (apenas se da en el resto de España), tras un sueño de decenios, una figura tal vez inspirada en el renacimiento italiano, o en ciertos millonarios estadounidenses: el empresario de éxito, autodidacta en cultura científica y sin hijos que da importantes cantidades de dinero de forma altruista y silenciosa para que biólogos y médicos investiguen en busca de soluciones que alivien el sufrimiento de la humanidad. No es fácil acceder a esos individuos, que suelen habitar en ambientes ajenos a los investigadores sin dinero pero con ideas. Es este detalle, el de las ideas innovadoras, el elemento que los une, una vez hallan el eslabón de contacto.

El mecenazgo privado nutrió en el 2009 con 18,8 millones de euros a los 21 centros catalanes que investigan y tratan el cáncer, el sida, las alteraciones genéticas, las enfermedades digestivas o la malaria, entre otros proyectos. Esa cifra supuso el 33% de los fondos que los científicos recibieron directamente para sus estudios –55,8 millones de euros en el 2009, sin contar aportaciones europeas–. Al margen, la Conselleria de Salut destinó 184 millones a la financiación de estudios que hicieron los hospitales en su práctica diaria.

EL PROYECTO / La consellera de Salut, Marina Geli, se ha propuesto que la filantropía científica llegue a financiar el 50% de la investigación biomédica que se hace en Catalunya, una ambición incomprendida, dice, por la mayoría de sus colegas autonómicos, y que ella defiende y aplica personalmente: sus técnicos participan en la elaboración del book de presentación de los proyectos que surgen en los centros de investigación, y ella misma se cita con el mecenas o el alto financiero susceptible de ser captado para la causa. «Los científicos se buscan la vida y nosotros les apoyamos, en especial con la Fundació Cellex o con la Fundación La Caixa, las dos que más han donado hasta ahora –explica Geli–. Escogemos los proyectos de más nivel y futuro, y presentamos a donante e investigador. Hemos intervenido en casi todos los mecenazgos». Geli considera «imprescindible» esa vía de financiación si España pretende brillar en hallazgos biomédicos. Tanto por la insuficiencia económica de la sanidad pública, explica, como por su defensa de que la sociedad se implique en los avances científicos.

En 1995, cuando el biólogo Juan Carlos Izpisúa era un desconocido en España pero destacaba en el Instituto Salk de La Jolla (California, EEUU), Geli presentó al científico y al empresario Pere Mir, presidente de la Fundació Cellex. Mir viajó a Nueva York con Izpisúa para conocer las intenciones del investigador –regenerar el músculo miocardio infartado y los órganos que se pierden por amputación–, y allí mismo donó 1,1 millones, la cantidad con la que se fundó el Centre de Medicina Regenerativa de Barcelona, que Izpisúa dirige desde el 2005. Después llegaron tres millones más.

VINIERON MÁS / Tras Mir, surgieron las donaciones de la empresaria Esther Koplowitz, que financia con 15 millones de euros el edificio del Centre d'Investigació Biomèdica adscrito al Hospital Clínic, y la aportación de 2,5 millones de la Fundació La Caixa y otros mecenas privados para que se contruya el Institut Oncològic

Vall d'Hebron (VHIO), que dirige Josep Baselga. «El mecenazgo es sin duda imprescindible en estos momentos en España, por la crisis –afirma Joan Seoane, director del laboratorio de expresión génica y cáncer en el VHIO–. La investigación que hacemos puede ser beneficiosa para las personas y, además, tendrá un retorno económico indudable en forma de patentes o nuevos fármacos».

Hay filántropos más modestos, igualmente determinantes en los proyectos que apoyan. Es el caso del ingeniero químico Pepe Martínez, mecenas del desarrollo de la nueva vacuna antituberculosa que el doctor Pere Joan Cardona desarrolla en el Hospital de Can Ruti, de Badalona. Martínez, hombre entusiasta e innovador, conoció a Cardona en una cena que concertó la esposa de este, y quedó «maravillado» con la idea de la vacuna. Donó los 3,6 millones de euros con que se puso en marcha el avance antituberculoso.