SUCESOS

Los rescates en la montaña vuelven a dispararse

Desde octubre han sido auxiliadas 156 personas, frente a las 97 del año pasado

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ
BARCELONA

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Ni bajo la amenaza de que habrá sanciones si se cometen imprudencias. Lejos de disminuir, los rescates realizados este invierno por los Bomberos de la Generalitat en la montaña han vuelto a aumentar de forma notable (un 37,9% respecto al año pasado). Y eso que la temporada se inició con un leve descenso, atribuido en principio a la entrada en vigor de la orden de la Conselleria d’Interior por la que, a partir del 1 de octubre del 2009, se empezarían a cobrar los salvamentos atribuibles a negligencias de excursionistas o esquiadores. Pese al incremento, la Generalitat está satisfecha porque ninguna de las actuaciones en la montaña ha terminado en multa.

«Posiblemente, el incremento se deba a lo larga que ha sido la temporada de esquí y al crudo invierno que hemos tenido, con temporales de nieve importantes», apuntó ayer Olga Lanau, directora general de Prevención, Extinción de Incendios y Salvamentos.

Solo en la montaña, los bomberos catalanes socorrieron, desde la entrada en vigor de la orden de Interior y hasta el pasado 20 de marzo, a 156 personas. En el mismo periodo del 2008-2009 fueron 97 los ciudadanos atendidos. El balance tampoco es mucho más optimista en mar y playas, donde los efectivos de salvamento auxiliaron a 22 personas frente a las cinco que habían tenido que atender el año anterior.

EXTREMAR LA PRECAUCIÓN // El número de asistencias en ríos, barrancos, cuevas y pozos se mantuvo estable. En resumen: esta temporada han sido rescatadas 372 personas, mientras que la pasada, cuando aún no se imponían multas, fueron 314.

Pese a que el frío y las precipitaciones de los últimos días han estabilizado la capa de nieve en el Pirineo –lo que ha reducido este fin de semana el riesgo de aludes–, la directora general llamó ayer a no bajar la guardia. «Aún quedan unas cuantas semanas con espesores destacados de nieve en las montañas, con los problemas que esos entraña».

También queda afrontar la campaña de verano, cuando la montaña recibe a más gente y menos experta. «Está claro es que cada vez hay más presencia humana en el medio natural y eso eleva las probabilidades de incidencias», indicó Lanau.