convención sobre especies en peligro

Europa quiere acabar con el 'sushi' de atún mediterráneo en Japón

ANTONIO MADRIDEJOS
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El atún rojo del Mediterráneo y el Atlántico norte podría desaparecer en breve de las lonjas japonesas, que es su principal mercado, si prospera una moción con amplísimo consenso que propone prohibir el comercio internacional de la especie. El apoyo mayoritario de Europa, con países que hasta hace poco se mostraban muy reticentes, ha cambiado las tornas. Ahora va muy en serio.

La decisión definitiva se acordará en la próxima reunión de la Convención Cites, que se celebrará del 13 al 25 de marzo en Doha (Qatar), pero ya es prácticamente seguro que Europa acudirá a la cita con una postura unánime. Hoy, la comisaria de Pesca, Maria Damanaki, en representación de toda la Comisión Europea (CE), propondrá a los países miembros que den su visto bueno a la propuesta de veto, aunque previsiblemente aceptará que la propuesta de Doha plantee algunas excepciones.

Francia e Italia anunciaron recientemente que suscribirían la propuesta de la CE, por lo que España es la única potencia atunera que aún no ha definido lo que hará. «Aunque votara en contra, cosa que previsiblemente no sucederá, estaría en franca minoría por mucha presidencia que ostente», resume Sergi Tudela, responsable de pesquerías mediterráneas de la asociación WWF.

SEGUIRÁ EN EL MERCADO / La cumbre de Doha discutirá si el atún rojo del Atlántico norte (Thunnus thynnus), que no debe confundirse con otros túnidos menos apreciados, se encuentra en una situación tan precaria que merece ser incluido en el Anexo 1 de la Convención sobre Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora (Cites). La inclusión equivaldría a prohibir las ventas al extranjero, pero «no su pesca ni su comercialización en el mercado interior y comunitario», insiste Tudela.

El cambio legal no sería pequeño si se tiene en cuenta que en la misma categoría se encuentran, por ejemplo, los esturiones, los primates, la mayoría de los felinos y otras joyas mundiales en peligro de extinción. «Incluir el atún rojo en el Anexo 1 es una medida injustificada y desmesurada», dice Javier Garat, secretario general de la Confederación Española de Pesca (Cepesca). En cualquier caso, la reglamentación sería más parecida a la de los elefantes africanos (y su marfil), que cuenta con excepciones para satisfacer a los países que tienen poblaciones en buen estado. En el caso del atún, Francia pide que la entrada en vigor de la medida se retrase 18 meses –y posiblemente se aceptará– y también se propone alguna cuota especial para la exportación por parte de la llamada pesca artesanal.

La propuesta que se debatirá en Doha, que ha presentado Mónaco, se apoya en diversos estudios científicos. La Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (ICCAT), que es el organismo que regula el número de capturas en el Mediterráneo, sostiene que las poblaciones de atún noratlántico se han reducido en un 75% desde 1970 y que el ritmo de extinción se ha acelerado en los últimos años. La opinión de Europa en la cumbre de Doha será decisiva puesto que cuenta con las tres principales flotas atuneras (España, Italia y Francia), pero no garantiza que se adopte el veto.

CUOTAS Y DEMANDA / Prohibir las exportaciones no significa desabastecer el mercado interno europeo, reiteran los ecologistas, pero sí será un golpe para un sector que vive en gran medida de las ventas a Japón. Las lonjas niponas, donde un hermoso ejemplar se puede pagar a 6.000 euros, compran el 80% del atún rojo que se pesca en el Mediterráneo. Se estima que Japón exporta atunes por valor de 2.000 millones de euros anuales. «El ICCAT permite unas cuotas de pesca relativamente altas para satisfacer la demanda japonesa --dice Tudela–, pero se ha comprometido a reducirlas cuando ese mercado deje de existir. Si cortamos las exportaciones, quitamos validez a las cuotas actuales».

No opinan así los productores. «Los científicos siempre han dicho que con un TAC (total admisible de capturas) por debajo de las 15.000 toneladas no hay riesgo de colapso de la especie, y ahora estamos en las 13.500 toneladas», insiste Juan Serrano, director general adjunto del grupo Balfegó, una de las principales empresas exportadoras.

El problema para el sector bien reglamentado, aquel que trabaja bajo supervivisón de la Administración, es que la pesca ilegal en el Mediterráneo captura posiblemente 30.000 toneladas anuales, según estimaciones de la ICCAT. Como subraya Saskia Richartz, representante de Greenpeace, reducir aún más las cuotas no serviría de nada porque los piratas del mar seguirían pescando.