campaña de recolección y venta en los campos de cultivo catalanes
Los abetos navideños sufren la crisis y el acoso del plástico
Catalunya tiene en el cultivo de abetos navideños un sector líder en España. Su hegemonía es absoluta, tan solo contestada en algunas zonas del norte. La producción catalana duplica casi la del resto del Estado y Catalunya cuenta con la única asociación de cultivadores del país desde 1990, todo ello como corolario de una tradición consolidada y 250 hectáreas de cultivo distribuidas en las comarcas de La Selva, Osona, el Ripollès y la Garrotxa. El reino está en Les Guilleries, un auténtico pulmón donde figura el municipio de Sant Hilari de Sacalm.
La producción total española del año pasado fue de 1.200.000 abetos, de los cuales 800.0000 eran catalanes. Algo más de la mitad, 440.000, fueron vendidos al resto de comunidades. Años atrás entraban en Catalunya abetos europeos, en especial de Dinamarca, líderes en la comercialización con casi 10 millones de abetos anuales. En la actualidad, un sector autosuficiente y el coste de transporte han eliminado a España de la ruta y ya no existen importaciones en territorio catalán. Al contrario, este año se espera que el 15% de abetos catalanes se exporten a países vecinos como Francia, Italia o Portugal
CRISIS Y FANTASMAS / Ahora el sector intenta sobrevivir a la crisis y hacer valer sus muchas virtudes. Aún así, espera que el descenso de ventas no supere el 30%, si bien los retrasos actuales en la comandas inquietan. La peor previsión arroja un saldo de 560.000 abetos, casi la mitad que en 2006 y 2007. Sería la peor cifra en 16 años.
Para contrarrestar esta tendencia los cultivadores han congelado los precios. «En fiestas todos hacen un esfuerzo, pero con el árbol natural cada vez cuesta más. Ahora firmamos vender medio millón», asegura Ramon Masferrer, presidente de los Cultivadors d’Arbres de Nadal Associats de Catalunya (CANAC), quien cree que «la Navidad se ha atrasado mucho».
Y luego está la competencia de los árboles artificiales. Algunos expulsan nieve, llevan luces incorporadas, se pliegan y hasta emiten melodías. También los hay más modestos que se venden en grandes superficies o bazares chinos. Abetos sintéticos de metro y medio a 11 euros hechos con derivados del petróleo. «El fantasma de los árboles de plástico asiáticos me da mucho miedo y hace mucho daño. Me apena ver un árbol natural por cada diez artificiales. La gente no colabora. Si esto continua así...», advierte Masferrer.
ECOLOGISMO / «El árbol de cultivo nada tiene que ver con la tala», insiste. Atrás quedan los rifirrafes con los ecologistas. Los cultivos rompen la continuidad de las masas forestales y reducen el peligro de incendios al actuar como cortafuegos. «Quien compra un árbol natural colabora con el medio ambiente, lucha contra el cambio climático y ayuda a mantener empleos», dice Masferrer.
El presidente de CANAC denuncia que el árbol artificial «tarda 400 años en descomponerse y es una acumulación de residuos», mientras que el árbol de cultivo «es un adobe excelente a través del reciclado». En 1955, el gremio de pesebristas tildó el abeto de incompatible con la fe católica. Ahora el árbol de cultivo afronta una nueva prueba de fe.
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