INNOVACIÓN EN LAS INTERVENCIONES DEL INTESTINO

La cirugía contra la obesidad reduce el estómago a través del ombligo

ÀNGELS GALLARDO
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Los mensajes que proponen dietas moderadas y ejercicio físico para eliminar la obesidad no tienen ningún éxito, a diferencia de las soluciones drásticas y arriesgadas, como es la cirugía que reduce la capacidad estomacal de los obesos, cuya demanda no deja de crecer en Catalunya. Esas intervenciones acotan de forma radical las posibilidades de ingerir alimentos, y el estómago pasa de tener 1.500 mililitros de espacio para digerir comida, a disponer de apenas 60 mililitros. Lo que cabe en medio envase de yogur. Quien comía para contener su ansiedad, se ve obligado así a buscar otro recurso tranquilizador. Aunque lo intente, su fisiología no admite excesos dietéticos.

El cirujano que introdujo en España la técnica laparoscópica en este tipo de intervenciones, el doctor Antonio de Lacy, considerado uno de los máximos innovadores quirúrgicos de Europa, ha perfeccionado la cirugía de la obesidad y en el último trimestre ha operado, con éxito, a ocho personas obesas que, 48 horas después de la intervención, marcharon a casa sin más cicatriz que un diminuto corte interno bajo el orificio natural del ombligo. Por ahí entró un cilindro de 12 milímetros de diámetro desde el que se distribuyeron los catéteres que externamente manejó De Lacy: contenían una cámara con iluminación, el bisturí eléctrico, un coagulador automático y una pistola de sutura mecánica. Siete de esas intervenciones las realizó en el Hospital Clínic, de Barcelona,y una en el Hospital Quirón.

CINCO INCISIONES / De ser practicada por un reducido núcleo de cirujanos adscritos a hospitales públicos de Catalunya, la cirugía de la obesidad ha pasado a ejecutarse, con mayor o menor pericia, en una docena de centros, que asumen un millar de intervenciones al año. La lista de espera para reducir quirúrgicamente el estómago supera las 700 personas en Catalunya. Muchos de esos cirujanos gastrointestinales (no todos), operan con técnica laparoscópica –abertura de cinco pequeñas incisiones por las que viajan las cánulas que contienen el instrumental–. Una minoría de especialistas siguen abriendo una amplia cicatriz en el abdomen para alcanzar el estómago, intervención que implica mayor riesgo de infección –el intestino es un gran contenedor de todo tipo de bacterias– y un periodo posoperatorio más prolongado.

OTROS CANALES / La intervención a través del ombligo ha superado las ventajas de la laparoscopia, asegura De Lacy. «Las cinco incisiones por las que pasa el instrumental con la laparoscopia se hacen en la pared del abdomen, y eso duele –afirma el cirujano–. Entrando por el ombligo hacemos un corte de tres centímetros que apenas duele porque no se atraviesa músculo». La operación duró unos 90 minutos. De Lacy también ha operado a otras seis mujeres obesas a las que redujo el estómago introduciendo el instrumental a través de la vagina. Esta opción, que lógicamente solo es posible en las mujeres, tiene un resultado menos brillante que cuando se realiza a través del ombligo, dice el especialista.

De Lacy fue el primer cirujano español que operó un cáncer de colon por laparoscopia. En el 2007, presentó en España la técnica quirúrgica que consiste en extraer órganos enfermos a través de los orificios naturales del cuerpo, sin necesidad de abrir ninguna cicatriz. Ese año, extrajo la vesícula biliar de una enferma por la boca, una filigrana a la que siguieron varias operaciones más a través de la vagina o el ombligo.

Acotar el estómago de los obesos ha supuesto un paso distinto, explica, ya que en este caso no es necesario extraer material biológico. Sí se requiere, no obstante, un notable dominio tanto del manejo del instrumental, que el cirujano dirige por la imagen del ordenador, como de las dimensiones internas de la cavidad intestinal. Es fundamental la precisión para evitar hemorragias y dejar perfectamente clausurada la porción estomacal que ya no podrá recibir alimentos. Esa pericia es, de hecho, la única limitación que puede impedir que esta nueva técnica se extienda al resto de hospitales.

De Lacy advierte a sus pacientes de los riesgos de la intervención. De hecho, explica, suele intentar disuadirles, pero quienes llegan a su consulta son personas que acumulan una gordura difícil de corregir con dieta. Se trata de excesos de 50, 70 o más kilos, protagonizados por personas de mediana edad –la última operada tiene 24 años– que, contra todo razonamiento lógico, no pueden dejar de centrar en el comer continuo el máximo aliciente para seguir vivos.

Tras la intervención, el adelgazamiento es rápido: tres meses después, han perdido un 30% del peso sobrante, y al año, un 70%. Esas personas, pueden comer tan poca cantidad de alimento por sesión, que deberán tomar de forma continua suplementos vitamínicos, minerales y nutricionales. Aunque la operación es, en principio, reversible, ninguno de sus pacientes ha pedido volver a tener su estómago de origen, asegura De Lacy.