Corcho

La semana pasada se celebró en Llofriu, término de Palafrugell, la Jornada de la Pela del Suro. Es la celebración de una antigua industria que estaba viva en el Empordà y La Selva hasta la llegada del turismo. Las nuevas tecnologías de la genómica se están aplicando también al alcornoque.

El corcho es un producto que crea el alcornoque para defenderse y lo hace, además, de forma eficaz. La corteza del árbol desarrolla un tejido de protección que termina con la muerte de las células y produce al mismo tiempo un material impermeable y poroso. El corcho es un producto aislante y ligero que se ha usado para hacer tapones, flotadores y en la construcción. El proceso biológico, que se llama suberificación, no es exclusivo del alcornoque. Las heridas del tubérculo de la patata, por ejemplo, se cicatrizan siguiendo el mismo proceso.

El corcho es un negocio ibérico. Portugal produce el 55%, y España, el 30%, fundamentalmente Andalucía, Extremadura y Catalunya. En la actualidad, las empresas portuguesas no solo controlan el mercado, sino que Portugal ha decidido invertir en el genoma del alcornoque. No es un genoma muy grande y la información que se obtenga se podría utilizar para mejorar el cultivo del alcornoque, como en el tiempo de maduración: hay que esperar 25 años para que un alcornoque dé el primer corcho y otros diez más para volverlo a pelar. También podría servir para mejorar la calidad del corcho o la resistencia a ciertas enfermedades.

De todos modos, el gran producto de corcho, que es el tapón para las botellas de vino, está amenazado. Los de silicona o de rosca de aluminio avanzan, sobre todo en los vinos más jóvenes. Son más baratos, más seguros y no dan gusto de tapón al vino.Josep Pla, el maestro de Llofriu, afirmaba: “Es un hecho que el corcho del tapón destruye el líquido que hay dentro. En esta península, este hecho es escandaloso». En Portugal reaccionan y en Girona hay un grupo que trabaja muy bien sobre la biología del corcho. Quizá la genómica podrá responder a la inquietud dePlay contribuir a renovar el interés por un producto de gran tradición.