AUDAZ INICIATIVA EN HOMENAJE A UN VISIONARIO

La última oportunidad de Narcís Monturiol

Proyecto de construccioón del Ictíneo 3 al mano de Pere Fores.

Proyecto de construccioón del Ictíneo 3 al mano de Pere Fores.

ÓSCAR TORAL
BARCELONA

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Si Narcís Monturiol pudiera conocer a Pere Forès, sentiría un gran orgullo. Poco imaginaba el pionero de la navegación submarina cuando el motor de su Ictíneo 2 acabó en una harinera que, a principios del siglo XXI, un diseñador industrial de 42 años se iba a inspirar en sus ideas para construir el primer sumergible científico de España. El detalle de bautizarlo como Ictineu 3 habría colmado de júbilo al inventor de Figueres.

Hoy se cumplen 150 años de la botadura en el puerto de Barcelona del primer submarino de Monturiol. La experiencia fue exitosa, pero al emprendedor ampurdanés siempre le faltó el respaldo económico y político necesario para que su proyecto saliera adelante.

Cerca del lugar de la primera inmersión del Ictíneo 1, Forès espera correr mejor suerte. «De momento hemos logrado 1.170.000 euros, solo el 1% de origen público, y todavía nos faltan 400.000», relata en el taller habilitado en el Museu Marítim para montar el sumergible.

El proyecto es ambicioso. Se trata de alumbrar el primer submarino civil moderno diseñado y construido en Catalunya. El ágil vehículo –dotado de una cúpula que proporcionará un amplio campo visual– servirá para la exploración biológica y geológica, limpieza de los fondos marinos, trabajos arqueológicos, filmación subacuática y vigilancia de espacios protegidos, entre otras tareas.

La pasión de Forès por el mar viene de su infancia. A los 11 años, sorprendió a los bañistas de El Masnou (Maresme) con un protosubmarino montado con dos bidones. Luego estudió Diseño Industrial y Naval, y se fabricó íntegramente dos veleros. El segundo, atracado en el puerto del Fòrum, es su casa. «Vivir en un barco es muy enriquecedor. Aprendes a racionar energía y agua», dice.

Dimensión nacional

Sentado en el modelo del habitáculo del Ictineu 3, Forès subraya que la dimensión de su proyecto va mucho más allá del reto personal: «Queremos hacer país. Que este submarino sea motivo de orgullo nacional». Su discurso evidencia cierta desazón. «A veces nos da la sensación de que Catalunya no tiene mar, pues no hay líneas de pensamiento sobre qué hacer con él».

Al abordar el asunto, su talante sereno toma aire de marejada. «Catalunya es lo que es gracias al mar, y este edificio de las Drassanes [sede del Museu Marítim] es testimonio de ello. El mar fue clave en el pasado del país y creemos que puede volver a serlo en el futuro. Por eso, ya es hora de que Catalunya disponga de un submarino civil». Bulgaria, por ejemplo, hace 25 años que tiene uno.

Forès espera conseguir en un par de meses el dinero que le falta. De ser así, prevé que el Ictineu 3 esté operativo a mediados del 2010, después de seis años de trabajo. Actualmente, toda la parte de ingeniería está acabada. Lo que falta es el ensamblaje.

Expediciones científicas

Las misiones científicas e industriales serán claves para recuperar los más de dos millones de inversión. «A raíz del hundimiento del Prestige, España gastó cerca de 150.000 euros diarios durante unos 50 días para que el submarino francés Nautile taponara las grietas», recuerda Forès, que apunta que el Ictineu 3 también serviría para buscar las cajas negras del avión de Air France que cayó hace semanas en el Atlántico. Con el vehículo activo, otra fuente de ingresos sería la construcción de submarinos por encargo, por la que ya se han interesado varias entidades e incluso un particular.

El sumergible permitirá avanzar en la investigación del lecho marino, que acumula un patrimonio ingente. El fondo del mar dispone de abundantes recursos inexplorados que pueden ser muy rentables, tanto en términos de materias primas como en la biotecnología. «Hay multitud de organismos desconocidos que pueden dar pie al desarrollo de nuevos principios activos para su aplicación en el ámbito de la salud», destaca el emprendedor. La arqueología submarina también se beneficiará del proyecto. Hasta ahora, las expediciones no van más allá de los 100 metros de profundidad, mientras que el Ictineu 3 permitirá descender a 1.200. Además, el vehículo podrá destinar sus ratos libres a los paseos subacuáticos para turistas. De momento, no hay tarifas.

Valioso legado

Forès subraya con gratitud su condición de continuador de la obra de Monturiol. «El Ictineu 3 será el primer submarino civil de España después de los suyos», explica, antes de destacar que todos los sumergibles del mundo son herederos de su trabajo. «Su Ensayo sobre el arte de navegar por debajo del agua (1891) fue una referencia hasta bien entrado el siglo XX. El primer submarino nuclear, de los años 50, tiene las mismas formas que el Ictíneo 2», relata.

Empapado del socialismo utópico, Monturiol concibió el proyecto de su sumergible como una plasmación de sus ideales revolucionarios, un medio para viajar hacia la utopía. El 28 de junio de 1859, el Ictíneo 1 hizo su primera inmersión en Barcelona. A pesar de algunos contratiempos –«recibió cinco cabezadas que inhabilitaron las vejigas de flote, se rompieron los forros impermeables y algunos cristales», anotó el inventor–, el ensayo fue fructífero. «La navegación submarina es un hecho», proclamó, ufano.

En 1867, el precursor ampurdanés aún no había ganado la primera peseta con la aventura subacuática. En diciembre, el personal de su empresa fue despedido, y el Ictíneo 2, embargado y desballestado. Su utopía acabó, como tantas otras, en el desguace.

Apesadumbrado, escribió: «He dedicado a esta empresa toda mi inteligencia, todo el celo que el más entusiasta inventor pueda tener por una idea». Forès suscribe estas palabras mientras anhela el respaldo que faltó al pionero. Su éxito será también de Monturiol.