PERSONAJES

Alemania despide a su más ilustre y combativa prostituta

Domenica Niehoff,de 63 años, encabezó la lucha por los derechos de sus compañeras

Domenica Niehoff.

Domenica Niehoff.

MAURICIO BERNAL
BARCELONA

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Domenica Niehoff: 120 de pecho. Y le encantaba enseñarlos. Aquellos escotes, más que generosos, eran altruistas, dadivosos; pura dinamita en las fotos. Era la prostituta más famosa de Alemania y hace unos días murió en un hospital de Hamburgo, la ciudad donde hace 20 años acarició el esplendor. "Lo he tenido todo. Hombres de todo tipo. Los que se quejaban, los que rogaban, los que exigían, los malos. Educados, dulces, ricos, pobres, jóvenes y viejos. No sé qué falta en la lista", declaró hace un año, en una de las últimas entrevistas que concedió. Tenía 63 años. Sus enormes senos vuelven a salir en todas partes, quizá por última vez.

En su historia hay sexo a raudales, pero también hay robos, suicidios, pistolas humeantes, un padre maltratador. Era una niña cuando su madre escapó de los abusos de su marido, y sin recursos ni estudios, desesperada, se dedicó a perpetrar pequeños robos; al poco tiempo ya estaba en la cárcel, y Domenica, con su hermano, en un orfanato católico. Unos años más tarde, a los 17, tuvo el primer contacto con el mundo que la haría famosa. Conoció al dueño de un burdel. Se enamoró. Se casó. Diez años de matrimonio. Hasta que un día el marido se pegó un tiro en la cabeza. Ella estaba delante.

"Mi primer marido se disparó en mi presencia --recordó, años más tarde--. Eso me convirtió en una persona sin techo, alguien que quería hacer dinero de forma rápida. Todavía espero el dinero, y todavía no llega".

Mensaje con pintalabios

La mayor parte de los alemanes nacidos entre los años 60 y 70 recuerdan la (difícil de olvidar) portada del (fácil de olvidar) sencillo Bum Bum. El grupo Trio, poco conocido fuera de Alemania, obtuvo un notorio éxito en 1982 con la canción Da, da, da, y un año más tarde sus integrantes intentaron repetir la fórmula: Bum Bum. La que hacía inolvidable la portada era Domenica Niehoff. Y en concreto sus pechos: allí estaban, en toda su exuberancia, rebosando un frágil escote blanco, cada uno de esos gigantes decorado con un Bum que había trazado la punta de un pintalabios. La portada, en virtud de las normas de protección de la juventud, estuvo a punto de ser censurada, lo que, por supuesto, aumentó su popularidad.

Para entonces Niehoff ya era sobradamente conocida. Después del suicidio de su marido había salido a hacer la calle; había obtenido un sitio en el Palais d'Amour, un vasto burdel del barrio rojo de Hamburgo en cuya sede sobreviven ahora estrafalarios locales de porno barato; y había, finalmente, levantado su pequeño imperio, su local propio, un lugar donde imperaban sus reglas y donde con los años se convirtió en una dómina de referencia. Era famosa, sí, pero no era aún la prostituta más famosa, aquella cuya muerte haría correr la tinta. Eso no lo logró con el látigo. Lo logró con la boca.

Estrella de la televisión

Su boca, ese instrumento que probablemente se había revelado ya como un arma en el Palais d'Amour, fue transformándose en la más fecunda fuente de reivindicaciones del mundo de las prostitutas alemanas. Si la muerte de Niehoff es noticia, no es tanto por su fama como prostituta --no sería la primera-- ni por sus senos descomunales --de esos hay muchos--, sino por la batalla que a comienzos de los 80 empezó a librar a favor de legalizar la prostitución. Su presencia en los platós de televisión se volvió habitual. La quería el público, la querían las cámaras, las prostitutas. El tema estaba en la calle, y con eso había logrado algo. Mucho.

"He logrado que se hable de la prostitución --dijo--, que las chicas se atrevan a decir: he estado en este mundo, pero ahora quiero dejarlo".

El personaje en que se convirtió Domenica Niehoff tuvo un largo --y muy divertido, según confesó una vez--, coqueteo con el mundo de los artistas. Le gustaba. Lo disfrutaba. Actuó en un par de películas. Hay un documental sobre su vida, firmado por Peter Kern, y un álbum que nueve dibujantes de cómic le dedicaron en 1993. El escritor Wolf Wondratschek le dedicó un poema. La prostituta más famosa de Alemania dejó el oficio en 1990, y desde entonces trabajó en proyectos sociales a favor de sus compañeras. Y en 1997 paró. Y dijo lo siguiente: "No aguanto más. Más de media docena de chicas se me han muerto por sobredosis y sida, y otra fue asesinada. Se aguanta con 35, pero no con 52".