El CO2 'cumple' medio siglo

ANTONIO MADRIDEJOS / BARCELONA

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En 1957, año en el que Charles David Keeling empezó a medir las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera, no se consideraba que el humo que producían los coches o las centrales de carbón pudiera tener un efecto real sobre el efecto invernadero y llegara a convertirse en un problema. Había una falsa idea de que la Tierra por sí sola, mediante la fotosíntesis y otros procesos naturales, tendría suficiente capacidad para compensar el CO2 suplementario originado por las actividades industriales. Las mediciones que el químico estadounidense mantuvo hasta prácticamente su muerte, en el año 2005, ocupan un lugar preeminente en la historia de la ciencia climática porque permitieron observar por primera vez la evolución del principal gas de efecto invernadero y confirmar su imparable aumento. El gráfico resultante, cuyo inicio cumple ahora medio siglo, es conocido internacionalmente como la curva de Keeling.

El estudio del CO2 y su abundancia en la atmósfera eran en 1957 una disciplina prácticamente nueva. Así que Keeling, por aquella época un joven y desconocido científico de la Institución Scripps de Oceanografía, tuvo incluso que diseñar y construir los aparatos necesarios para sus menesteres. Los instaló a 3.350 metros de altura en un paraje remoto del volcán Mauna Loa, en la isla de Hawái, un emplazamiento alejado de cualquier fuente de contaminación y aireado por la brisa marina. Y se puso manos a la obra: cada día, sin descanso durante décadas, midió y anotó qué porcentaje de CO2 había en el aire prístino del Mauna Loa.

Las primeras observaciones dieron como resultado unas concentraciones de hasta 315 ppm o partes de CO2 por millón (315 moléculas por millón de moléculas en aire seco), muy por encima de las 280 ppm que, por medios indirectos, se estima había al inicio de la Revolución Industrial. La curva de Keeling mantiene una tendencia constante --no hay ningún año en que el CO2 disminuya--, aunque el ritmo de incremento se ha acelerado en las últimas décadas. Así, en 1970 se llegó a 326 ppm, pero en 1990 ya se situaba en 354 ppm. El nivel actual, 381 ppm, supone un alza del 21% con respecto al valor de 1958.

A principios de los años 70, gracias al apoyo de la Administración Atmosférica de Estados Unidos, la NOAA, las técnicas de Keeling se popularizaron por todo el mundo. Y hoy en día ya son más de un centenar las estaciones que emulan al observatorio del Mauna Loa y que confirman las tendencias allí observadas. En la isla de Tenerife, por ejemplo, el observatorio de Izaña compila información desde 1984 a 2.372 metros de altitud. "Medimos el CO2 exactamente igual que en Hawái y además lo hacemos también en un paraje libre de toda contaminación y en una latitud similar", explica Ramón Ramos, jefe de la unidad de instrumentación de Izaña. Como resultado, la media del año pasado en el observatorio canario fue de 381 ppm de CO2, la misma que en Hawái. En Catalunya, el Grupo de Investigación del Clima, del Parc Científic de Barcelona, realiza un trabajo similar desde el año 2002 en Begur.

Los resultados obtenidos por Keeling nunca fueron discutidos, pero sí tuvieron que pasar tres décadas para que merecieran el interés de sus compañeros de profesión y de las administraciones. Hoy, en cambio, son una gráfica habitual en los documentos políticos e incluso en los libros de texto. Posiblemente solo los científicos conozcan el gráfico con el nombre de su creador, pero la línea en ascenso se ha convertido incluso en un icono medioambiental.