Una multitud ocupa la calle para expresar un cúmulo de cabreos

MARC ANDREU / JOSE RICO / BARCELONA

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Solo en las manifestaciones contra la guerra de Irak salió más gente a las calles de Barcelona. Al margen de la inevitable guerra de cifras --200.000 manifestantes fijó la Guardia Urbana, 700.000 los organizadores y 236.000 EL PERIÓDICO (véase gráfico de la página 4)--, lo cierto es que una pacífica multitud de ciudadanos, social e ideológicamente muy transversal, llenó ayer tarde el centro de la ciudad bajo el lema Som una nació i diem prou! Tenim el dret de decidir sobre les nostres infraestructures.

A la marcha, convocada por la Plataforma pel Dret de Decidir (PDD) y respaldada por casi 200 entidades, además de CiU, Esquerra, ICV-EUiA y la Candidatura d'Unitat Popular (CUP), acudieron muchos políticos. Pero la protagonizaron ciudadanos sin adscripción y la encabezaron intelectuales, artistas y famosos, en su mayoría del ámbito nacionalista, aunque no sólo: sostuvieron la pancarta de la PDD desde el presidente del Barça, Joan Laporta, al exsenador socialista Jaume Sobrequés, del historiador Joan B. Culla al politólogo Jordi Sánchez, y de la cantante Núria Feliu a la actriz Carme Sansa.

Entre la multitud, marcharon los expresidents de la Generalitat Jordi Pujol y Pasqual Maragall --casi de incógnito, acompañado del editor, exdiputado del PSUC e impulsor de Ciutadans pel Canvi Xavier Folch--. También el vicepresidente del Govern, Josep Lluís Carod-Rovira, todos los consellers republicanos y el ecosocialista Francesc Baltasar, así como los máximos dirigentes de CiU, Artur Mas y Josep Antoni Duran Lleida, y las cúpulas de ERC e ICV-EUiA. Con la excepción de Joan Saura, conseller de Interior al mando de un discretísimo dispositivo de los Mossos.

SOBERANISTAS, PERO NO SOLO

Predominaron de largo las banderas y proclamas independentistas. Pero las reivindicaciones fueron muy diversas. Más allá incluso de los cuatro puntos exigidos en el manifiesto, que leyeron primero los portavoces de la PDD, Mònica Sabata y Gerard Fernández, y otros hasta cuatro veces más: el traspaso de los transportes e infraestructuras a la Generalitat, priorizar en movilidad al tren y al transporte público, la publicación de las balanzas fiscales y que Catalunya recaude todos sus impuestos.

Durante las tres horas que duró la protesta, unos manifestantes en general muy tranquilos, pero cabreados, gritaron a favor de la independencia de Catalunya, cantaron Els Segadors, corearon proclamas contra el AVE y a favor de Cercanías y pidieron la dimisión de la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez. Al lado de pancartas pidiendo "democratizar" el transporte público hubo otras más concretas que aludían incluso a las colas en la N-340, reclamando la variante de Vallirana.

CRÍTICAS A CCOO, UGT, PSC, PP Y CIU

Muchos participantes abuchearon a los sindicatos CCOO y UGT, que no convocaron, y corearon lemas preguntando dónde estaba el PSC. Se pudieron ver incluso carteles criticando a PP y CiU por ser cómplices del caótico modelo de infraestructuras y una pancarta, de Joves d'Esquerra Verda, que rezaba Rodalies, ara i sempre. Mas i Duran, oportunistes!

Otro cartel, en este caso escrito a mano, ironizaba sobre sí ERC había logrado el permiso del president José Montilla para secundar la marcha. También de fabricación casera, otro cartel rezaba: Maleni, ¿por qué no te callas?. Y la pancarta de los jóvenes de EUiA reproducía la cara de la ministra de Fomento para contraponer su famoso "antes partía que doblá" a la petición de invertir "antes" en Cercanías que en el AVE.

ÉXITO Y COMPLEJIDAD

Lo complejo de la manifestación y su éxito quedaron reflejados en la foto fija de las 18.30 horas. Para entonces, tras una hora y media de marcha lenta y un parón, la cabecera concluía el recorrido, de la plaza de Catalunya a la estación de França, y el primer partido del cortejo político final, CiU, justo se movía para enfilar la Via Laietana. Y dejaba que, detrás suyo, los militantes de Esquerra empezaran a desentumecier las piernas.

En el medio, a las 18.30 horas, el bloque agrupado tras la pancarta de la Federació d'Associacions de Veïnes i Veïns de Barcelona (FAVB) y la Associació per a la Promoció del Transport Públic (PTP) llegaba a Correos. Y por entonces, la cola del cortejo, que cerraban ICV-EUiA y la CUP, seguía clavada en la plaza de Catalunya, entre la Rambla y Pelai.

Convocados a las 17.00 horas y llegados en metro, tren y más de 200 autocares, los últimos manifestantes alcanzaron el escenario final, donde actuaron Gerard Quintana, Francesc Ribera Titot y Feliu Ventura, a las 19.45 horas. Muchos, de retirada, subían por los laterales de Via Laietana mientras otros aún bajaban.

Al cruzarse y ver pasar las comitivas políticas, no eran pocos quienes hacían comentarios. Hubo quien pidió autógrafos a Carod, quien confundió al republicano Joan Ridao con el ecosocialista Joan Herrera, quien se acercó a éste felicitándole por "dar caña" a la ministra y más de uno que inquiría en voz alta a ICV-EUiA: "¿Dónde está Saura?".

PUJOL Y MARAGALL

Pero si algún influjo político destacó, fueron los de Pujol y Maragall. El primero, porque movilizó a sus fieles. Lo decían habituales de los movimientos sociales, que percibían una proporción de pujolistas superior a lo normal.

Maragall, de incógnito, levantó murmullos de aprobación de quienes le vieron y rumores entre los que no. Abordado por EL PERIÓDICO entre los bloques de ERC e ICV antes de atajar por Portal del Àngel hacia el grueso de la marcha, no hizo declaraciones. Pero el editor Folch que le acompañaba resumió el motivo que aunó a una multitud de manifestantes tan diversa: "Estamos hartos de que nos tomen el pelo".