La 'vendetta' iniciada en BCN se cobra otra vida en Tirana

EL PERIÓDICO / TIRANA

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Edvin Zanaj caminaba de noche por las calles de Tirana cuando alguien le disparó varias veces desde un coche en marcha. Los testigos dicen que la pistola tenía un silenciador. Zanaj se desplomó en el suelo con tres disparos en el cuerpo y poco después murió. Nadie pudo ver el rostro del asesino, pero es probable que los Zanaj ya sepan de quién se trata y estén urdiendo la venganza. Demasiada sangre ha corrido desde que hace más de un año se desató la guerra entre clanes de proxenetas en Albania, y la policía está acostumbrada a que los golpes se sucedan a ritmo de vendetta siciliana: un muerto de este bando, un muerto del otro. Lo extraño es que todo comenzó en Barcelona.

Edvin Zanaj tenía 23 años y era el hermano menor de Slejdi Zanaj, cuyo cadáver fue descubierto el 26 de septiembre del 2006 en una carretera de Barberà del Vallès; tenía varios disparos en el cuerpo y un tiro de gracia en la sien. Muy cerca, y en idénticas condiciones, la policía encontró el cadáver de Nico Delaj. La Guardia Civil llegó a la conclusión de que habían sido asesinados por el control de una carretera muy estimada por los grupos de proxenetas, pero no calculó que ambas muertes iban a desatar una guerra sin cuartel en Albania. La muerte de Edvin Zanaj, el jueves por la noche, no es sino el episodio más reciente de una trastornada historia de venganzas.

DOS DETENIDOS EN MADRID

Los Zanaj, al parecer, son muchos. Dos meses después de los asesinatos de Barcelona, Armando, de 16 años, viajó a la ciudad de Vlora, en la costa albanesa, y allí mató a la madre de Sokol Ramaj, uno de los sospechosos de la muerte de su hermano. En la rueda de la venganza era el turno de Sokol, quien no tardó mucho en viajar a Albania para descargar su pistola sobre un tío y un amigo de los Zanaj. Para ese entonces la policía ya investigaba la conexión entre un crimen cometido en Italia y la vendetta entre albaneses. Y todo por una carretera.

Sokol Ramaj fue detenido al regresar a Madrid, el pasado mes de marzo. En un piso del barrio de Salamanca la Guardia Civil lo sorprendió en compañía de Elis Hayhiraj, el otro sospechoso por los asesinatos de Barcelona, y una joven que era buscada desesperadamente por su padre en Albania. Han pasado unos meses desde entonces y parecía que los ánimos se habían calmado, pero está claro que los mafiosos no perdonan. La muerte de Edvin puede abrir otro capítulo de la guerra.