VAINILLA CON HECES DE VACA
La japonesa Mayu Yamamoto recogió el galardón de química por haber ideado un método para extraer una esencia similar a la vainilla de los excrementos de vaca. Dice Yamamoto que cuando las heces se cuecen y luego se someten a una presurización, acaban por desprender un suave olor a vainilla que se puede emplear para hacer champú y velas.
La holandesa Johanna van Bronswijk ganó en biología por realizar un censo de los ácaros, bacterias, algas y hongos que residen en las camas. La científica, que ha dedicado 40 años a tan curiosa disciplina, afirma tajante: "Nunca dormimos solos. Nuestra cama es un rico ecosistema".
El argentino Diego Golombek y colegas de la Universidad Quilmes ganaron otro Ig-nobel por descubrir que la Viagra ayuda a los hámsters a recuperarse del jet-lag. Dicho así suena a gran broma, pero Golombek precisa que el trabajo, que se publicó nada menos que en Nature, tiene por objetivo resolver en humanos un problema de salud muy habitual.
En nutrición, finalmente, ganó Brian Wansink, de la Universidad de Cornell (EEUU), por analizar el apetito de las personas que toman sopa en unas condiciones realmente especiales: sin que se den cuenta, se les va llenando el plato poco a poco a través de un tubo conectado al tazón.
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