Otros tres padres biológicos del Congo complican las adopciones

MERCÈ CONESA / MAURICIO BERNAL / BARCELONA

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La odisea interminable de las 15 familias que desde hace meses intentan adoptar a igual número de niños en el Congo-Brazzaville ha acabado felizmente para unos y se ha complicado todavía más para otros. Cuatro menores congoleños ya están en Barcelona: Moïse, Guillem, Anne Patrice y Theo llegaron ayer al aeropuerto de El Prat en brazos de sus padres, que pasaron dos meses en el país africano haciendo, lamentan, lo que la Generalitat fue incapaz de hacer: agilizar y cerrar el proceso. Uno de ellos volvió con los brazos vacíos, pues a última hora apareció de la nada el padre biológico del bebé, y como si se tratara de algo contagioso, otras tres familias biológicas han hecho su aparición en las últimas horas.

"Esto debería ser una fiesta, pero la verdad es que estamos destrozados": Pep Plaza volvía del Congo con su hijo, pero lloraba por el padre que había tenido que regresar solo.

Cita en Brazzaville para cerrar el proceso

De las tres familias afectadas por la insólita aparición de los padres biológicos, dos han decidido seguir adelante y han pedido a la Generalitat que les asigne otro menor. La tercera --agotada, defraudada y frustrada-- ha renunciado definitivamente a adoptar en el país africano. A última hora de ayer, la Conselleria d'Acció Social --encabezada por la republicana Carme Capdevila-- citó a las 10 familias pendientes de adopción para comunicarles que ha solicitado una entrevista con la ministra congoleña de Asuntos Sociales y Familia, Emilienne Raoul, en la que participará un representante del Govern y uno de los padres. El objetivo es cerrar de una vez por todas el proceso.

"No hemos sacado nada de la reunión --declaró luego David Parcerisa, uno de los adoptantes afectados--. Nos han pedido tiempo, pero para nosotros el tiempo se ha acabado".

Críticas enconadas a la Generalitat

Como todos los que se desplazaron al Congo a rescatar a sus pequeños, Xavier tuvo en brazos a su niño durante dos semanas, las que transcurrieron desde que un juez congoleño les otorgó la custodia de los pequeños --los padres tuvieron que contratar a un abogado de Brazzaville para sacar adelante el proceso-- hasta que solucionaron los trámites burocráticos para poder regresar a Barcelona. Lo tuvo en brazos, lo mimó, lo cuidó y lo consideró su hijo, hasta que a pocas horas de subir al avión apareció el padre biológico y le destrozó el sueño. Xavier viajó a Barcelona con los demás, pero una vez en El Prat salió a la calle antes que todos y se fue a casa. Nadie lo vio y nadie supo nada de él, pero por fuerza tuvo que esquivar el comité de bienvenida que aguardaba a los otros niños: abuelos y abuelas nerviosos con pancartas que apuntaban al techo, muñecos de peluche bajo el brazo y una indignación compartida que por lo general hacía blanco en el mismo objetivo: la Generalitat.

"Ha sido una total muestra de incompetencia. Los han dejado solos", decía uno. "Es una vergüenza. Si no fuera por la ayuda de personas completamente ajenas a la Generalitat, quién sabe qué hubiera pasado".

El papel de la oposición: el apoyo de un padrino

Las personas en cuestión no solo son ajenas a la Generalitat, sino que son todo lo opuesto a la Generalitat. Para agregar desconcierto a una situación ya de por sí rocambolesca, ayer se presentaron en el aeropuerto los diputados convergentes Josep Maldonado y Josep Lluís Cleries. El primero es amigo personal de Pep Plaza y será padrino del pequeño Theo. La mayor parte de las familias desplazadas al Congo le agradecen las gestiones, las llamadas, las influencias. "Yo soy como el topo de toda esta historia", dijo él, mezclado con el comité de bienvenida. "A estas personas las han dejado abandonadas, y si han vuelto con los niños es solo gracias a ellos. Ha sido gente muy valiente: unos se han arruinado, otros han perdido el trabajo y otros han sufrido unas depresiones terribles".

La historia de los niños del Congo tiene ingredientes tan extraños como el correo electrónico que circuló el miércoles a nombre de los adoptantes, en el que alguien --no los adoptantes, según se supo ayer-- arremetía contra las autoridades de ese país por una historia de malos tratos. No solo no lo enviaron, sino que más tarde defendieron el trato exquisito de las autoridades congoleñas. Algunos afectados hablan de intereses políticos, otros de dinero; nada que en condiciones normales debiera figurar en esta historia.

El Síndic, la demanda y el último culpable

Los servicios jurídicos de Acció Social están elaborando una demanda contra Adic, la entidad que gestionó en un principio las adopciones, pues opinan que es la última responsable de lo sucedido. El Síndic de Greuges criticó en su momento que la designación de Adic se hiciese sin garantías respecto a la fiabilidad de las adopciones, y acusó a la Generalitat de acreditar a una agencia en un país donde las condiciones para adoptar son turbias.