Tierra de brujas

ROSARIO FONTOVA / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Francina Redorta, natural de Menàrguens, fue colgada en octubre de 1616. Elisabet Martí, una viuda de Seva de 70 años, fue torturada horriblemente. Elisabet Monic, de Serradell, confesó haber jurado vasallaje al diablo, participado en aquelarres y provocado granizadas. Las tres eran mujeres, pobres y viejas, rastros leves en la historia masculina del mundo.

Por lo menos unas 400 mujeres, según el historiador Joan Reglà, fueron ejecutadas en Catalunya y el Rosselló entre los siglos XV y XVII, acusadas de ser brujas. La cifra es considerable y supera con creces la cuarentena de ajusticiamientos ocurridos en Castilla o la relativa tranquilidad que vivieron las meigas en Galicia. El Museu d'Història de Catalunya (MHC) invita a profundizar en este tema, todavía muy poco estudiado, con la exposiciónPor bruja y envenenadora. La caza de brujas en Catalunyaque puede visitarse hasta el 27 de mayo. La exposición, preparada por los historiadores Agustí Alcoberro y Josefina Roma, nos guía por la superstición producida por la ignorancia. Y también por la implacable cacería religiosa que ejecutó la Iglesia de la Contrarreforma.

"Entre 1540 y 1750 fueron procesadas en Europa unas 110.000 personas, de las cuales fueron ajusticiadas no menos de 60.000",evalúa Alcoberro. El arquetipo de la bruja es tan antiguo como la humanidad. La pieza más antigua de la muestra es una pequeña placa de plomo, undefixio, maleficio en latín, desenterrado por los arqueólogos en Empúries. En la exposición hay auténticas maravillas como los dos libros miniados de Jean Tainature, un artista de la corte de Borgoña que iluminó hacia 1460 los primeros aquelarres --sábatsen hebreo oaplecsen catalán-- con los brujos besando el trasero de un gran macho cabrío, el diablo, mientras las brujas cabalgan en el aire sobre demonios cornudos.

Nos guían por este submundo de ángeles y demonios Shakespeare, que enMacbethdió voz principal a las hechiceras, y Goya, que en susCaprichosdibujó a la"caterva infernal que va dando aullidos por el aire".

Misoginia

Pero, según subrayan los responsables de esta exposición, la figura de la bruja tiene mucho que ver con la misoginia. Tradicionalmente las mujeres sabían de hierbas, atendían los partos como comadronas y se ocupaban de mantener las tradiciones, en el castillo o en elcall. Demasiado poder para el sexo sin alma.

Las épocas de recesión económica estimulaban las purgas. Las hubo, según muestran los antiguos y espeluznantes documentos, en Terrassa y Reus, en Ulldecona y el Montseny. La Inquisición se mantuvo al margen y detuvo en muchos casos delaciones y linchamientos. Hay una reproducción del instrumento de tortura al que ataban a las sospechosas. Les colgaban pesos de hierro de los pies y ante el dolor y el miedo todas confesaban lo mismo:"Sí, he copulado con el diablo, me he untado las axilas con ungüento y he volado provocando tormentas que destrozan las cosechas...".

La tenebrosa pero adecuada escenografía acompaña amuletos como el coral rojo y la figa; los nombres de la tropa de Luzbel y algunas tablas góticas; los efectos alucinógenos de la mandrágora. Al final, un apartado de corte antropológico demuestra que en el imaginario cultural sigue vivo ese miedo a las tinieblas que surge de noche, ante un buen fuego ardiendo en el hogar.