La ansiedad y la depresión ocupan una de cada cuatro visitas médicas

ÀNGELS GALLARDO / BARCELONA

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El 25% de las visitas que reciben los médicos de los centros de asistencia primaria (CAP) de Catalunya corresponden a personas que relatan un episodio de ansiedad, insomnio o depresión, no graves, que les impiden afrontar con normalidad la vida cotidiana. La mayoría de esos usuarios salen del ambulatorio con la receta de un ansiolítico o un antidepresivo de nuevo diseño, unos fármacos pensados para transformar en bienestar malestares psíquicos o emocionales intensos pero transitorios, por los que estarán en tratamiento durante un tiempo indefinible.

Esa tendencia ha transformado en objeto de medicación los episodios críticos de la vida de un importante sector de la sociedad y ha multiplicado la factura por consumo de fármacos que asume el Servei Català de la Salut, cuyos responsables intentan invertir ambos fenómenos.

Los antidepresivos, cuyo consumo ha crecido en Catalunya un 25% desde el 2001, encabezan el gasto farmacéutico que financia la Generalitat. Por ellos pagó Salut 124 millones de euros en el 2005. Aunque no son el grupo de medicamentos más recetados --ese liderazgo lo mantiene el analgésico Gelocatil--, si son los más caros, muy lejos del siguiente.

UN 50% MÁS DE ANSIOLÍTICOS

Ansiolíticos e hipnóticos, indicados cuando existe ansiedad y se duerme mal, se recetan un 50% más que hace 10 años, indica un informe de la Agencia Española del Medicamento. Figuran en el 20° lugar de la lista del gasto farmacéutico porque son baratos. El consumo de ambos tipos de fármacos se ha extendido a todas las capas de la sociedad, incluidos, en muchos casos, los niños.

"No es saludable medicalizar los procesos críticos pero normales de la vida: la muerte de la madre, la pérdida del trabajo o una crisis económica no tienen entidad, salvo excepciones, como para indicar un tratamiento psíquico, pero se hace --afirma Ramon Morera, responsable de la asistencia primaria en el Institut Català de la Salut (ICS)--. Hay que explicar a los usuarios que esos malestares se superan mejor si no se tapan con pastillas".

Lo que está ocurriendo tiene varias causas determinantes, explican los expertos: la irrupción de una nueva gama de antidepresivos más pensados para inducir sensación de bienestar que para abordar las enfermedades mentales clásicas, y su difusión en los CAP, donde los médicos de familia han incorporado un recetario que hasta los años 90 perteneció en exclusiva al psiquiatra.

MÁS PROBLEMAS

También ha influido el hecho incuestionable de que los ciudadanos, de todas las edades, cada vez se sienten más desbordados por la vida diaria, sostiene Antoni Gilabert, responsable de farmacia en el Servei Català de la Salut. "El boom por los fármacos contra la hipertensión y el colesterol ha sido sustituido por el de las sustancias que tratan los problemas, y todo el mundo tiene muchos problemas", afirma.

"Es cierto que los ciudadanos sufren más ansiedad que hace 10 años --prosigue--. Y es real que todos vamos muy estresados porque la sociedad ha cambiado. Todo esto ha coincidido con la llegada de fármacos diseñados para tratar esos matices, con pocos efectos secundarios y a disposición del médico de familia ".

Reconducir la situación cuenta, pues, con serios factores sociales en contra, admiten los expertos. "Recomendamos a los médicos que no opten por los fármacos cuando sus pacientes sufren las crisis normales --insiste Morera--. Es mejor recurrir a la fitoterapia natural, a la valeriana y a los consejos".