Vampiros con alma iraní

La directora de origen persa Ana Lily Amirpour presenta 'A girl walks home at night', un romance de terror situado en una ciudad imaginaria de Irán

La directora de origeniraní Ana Lily Amirpour, ayer en Sitges.

La directora de origeniraní Ana Lily Amirpour, ayer en Sitges.

JUAN MANUEL FREIRE / SITGES

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A girl walks home alone at night es una película poco común. Es una especie de wéstern iraní, algo poco visto. Pero no solo eso: en ella sale una vampira. Y todo esto ha sido concebido por una mujer, Ana Lily Amirpour, que define su criatura como un cruce persa de Hasta que llegó su hora y Corazón salvaje. Aromas de wéstern, romanticismo lynchiano, todo ello supura esta curiosidad indie con magnético paisaje en blanco y negro: Bad City, ciudad iraní imaginaria por la que deambulan putas, chulos, yonquis, ladrones, sintecho… Todos ellos observados/asediados por una vampira -la «chica que camina a casa sola de noche» del título- que caerá, con recelo y de forma inesperada, en las redes del amor.

Para Ana Lily, se trata de un proyecto absolutamente íntimo, «algo de mi interior que ofrezco a la gente». Explica a este diario que hace cine «para hacer amigos»; según ella una película puede conectar a artista y espectadores -y también a los propios espectadores entre ellos- de una forma intensa. «La película empieza dentro de mi cerebro. Mientras la están viendo, es como si pasearan por mis interiores, y creo que es algo muy íntimo, importante. Te metes en una sala y compartes algo con mucha gente durante esos minutos. La pena es que no dura para siempre».

Mezcla de culturas

De padres iraníes, Amirpour nació en Inglaterra y de niña se mudó con su familia a Miami. La siguiente parada fue Bakersfield (California), donde a los 12 años grabó una película de terror con la Handycam de su padre, durante una fiesta de pijamas. Se vio empujada a estudiar Biología en la universidad, pero pronto lo dejó y se fue a vivir a los bosques de Colorado, donde pasó un año haciendo snowboard. La familia acabó entendiendo que lo mejor sería dejarle estudiar sus pasiones: arte en San Francisco y, luego, cine en Los Ángeles.

Tras graduarse hizo contactos con agentes y mánagers de Hollywood, pero no fue bien. «Tenía un montón de proyectos listos -explica- y ninguno parecía avanzar como yo quería. Siempre me pedían que cambiara algo. Al final, mientras hacía un corto para el Talent Campus

-programa de formación- de la Berlinale, me dije que volvería a Los Ángeles y haría la película que me apeteciese. Solo con mis ingredientes favoritos. Como si fuera una cocinera, abriese la nevera y rebuscara entre las cosas que tengo».

Banda sonora

Así, Amirpour ha aprovechado su oportunidad de hacer una película -que financia en parte la productora de Elijah Wood, Spectrevision- para mostrar al mundo todas sus pasiones. Está el citado mundo Lynch, del que ha absorbido la fijación por mostrar a mujeres pintándose los labios. (Cuando le cuento que van a rodar nuevos capítulos de Twin Peaks, salta literalmente de la silla). Están los monopatines; ella mismo se encargó de doblar a la actriz cuando patinaba. Y está, quizá por encima de todo lo anterior, la música, que Ana Lily practicó como líder del grupo art-rock FLUT.

La película funciona, por momentos, como una especie de mixtape, con canciones que suenan completas o casi y definen a los personajes. La herencia familiar de Amirpour aparece en el rock clásico iraní que usa para el romántico Arash (Arash Marandi), el joven enamorado de La Chica (Sheila Vand), o la canción del astro del pop persa Dariush elegida para representar a Hossein (Marshall Manesh), padre de Arash. El personaje del chulo -inspirado por el rapero sudafricano Ninja- escucha techno, mientras que la heroína, como ha vivido tanto, escucha en vinilo desde electrónica vintage a rock épico de penúltima hora (véase el bello momento White Lies).

Para Ana Lily, la cultura iraní es un elemento importante en la mezcla -un viaje a los 19 para ver a unos primos resultó ser una experiencia inspiradora-, pero tampoco definitivo. «La película es tan iraní como lo soy yo, que soy tan iraní como americana, inglesa, californiana… Quiero decir, me gusta Michael Jackson. Y tampoco siento lealtad alguna hacia la realidad. Al fin y al cabo, una película es como un sueño, un cuento de hadas. Y eso es lo que me gusta del cine: no tiene límites».

Próximo proyecto

Su próximo proyecto no será en persa, sino en inglés, y a todo color. Se llama The bad batch y, según Amirpour, es «un cruce de El topo de Jodorowsky y La chica de rosa de John Hughes, con una banda sonora tremenda. No puedo contar demasiado». Ya solo con esa breve descripción, suena a cóctel ideal para un futuro Sitges.