CRÍTICA DE SERIE
'Happy Valley', la serie británica que pasa a la leyenda con un final perfecto

El drama criminal de Sally Wainwright, fenómeno de audiencia en Reino Unido, llega a su desenlace con toda la brillantez y humanidad esperadas
Happy Valley (temporada 3) ★★★★★
Creadora: Sally Wainwright
Dirección: Sally Wainwright, Patrick Harkins, Fergus O'Brien
Reparto: Sarah Lancashire, Siobhan Finneran, James Norton, Rhys Connah
País: Reino Unido
Duración: 58 min. (6 episodios)
Año: 2023
Género: Drama criminal
Estreno episodio final: 7 de febrero de 2023 (Movistar Plus+)
Los estudios demuestran que desconectar del trabajo tiene beneficios para la salud y puede servir para prevenir el temido desgaste. Catherine Cawood (imperial Sarah Lancashire), sargento de policía en el centro de 'Happy Valley', no es en este sentido el ejemplo a seguir. Incluso a solo siete meses, una semana y tres días de su jubilación, es incapaz de no llevarse el trabajo a casa o comentarlo enseguida con su hermana Clare (Siobhan Finneran). Es fácil entenderla: en esta versión ficcional de Calder Valley, al oeste de Halifax (Reino Unido), todos los caminos del crimen parecen llevar a la misma persona, Tommy Lee Royce (James Norton), el gran enemigo de Catherine, el hombre que violó, dejó embarazada y traumatizó a su hija Becky antes de que esta se quitara la vida.
'Happy Valley' es, en esencia, un retrato de mujer con asesino psicópata al fondo. A su veterana creadora Sally Wainwright no le gusta hablar de procedimental policial ni drama criminal: simplemente, su protagonista es una poli. Pero para no querer hacer, en teoría, un thriller, Wainwright ha sabido salpicar su serie de escalofríos derivados de la trama.
En la temporada final hemos asistido a una sucesión casi imparable de complots de asesinato, (dobles) cazas del hombre, fugas a toda velocidad o invasiones domésticas. De nuevo, hombres corrientes se mostraban capaces de violencias insólitas. Insistamos en 'hombres': en esta ficción dolorosamente auténtica, son las mujeres las que se llevan la peor parte, las más expuestas al abuso emocional y físico.
A los ingredientes de suspense enumerados debemos añadir, además, la pregunta quizá fundamental: ¿realmente piensa el joven Ryan (Rhys Connah), nieto de Catherine, cambiar a su abuela por un padre irredimible? En los seis años transcurridos (dentro y fuera de la pantalla) desde los anteriores capítulos, el chaval ha alcanzado los dieciséis y está en pleno derecho de sacar sus propias conclusiones, aunque sean equivocadas.
De modo que en 'Happy Valley' no faltan los giros ni las intrigas y no, nada de habría de malo en definirlo como un 'thriller'. Pero es difícil encontrar un ejemplo del género en el que los procesos policiales estén tan íntimamente ligados a lo humano y personal. Wainwright sabe hacer avanzar una trama, pero quiere sobre todo sumergirnos en la vida doméstica de sus personajes, en las disputas entre, sobre todo, las hermanas Catherine y Clare, pero también entre abuela y nieto o tía y sobrino. Como buena humanista, la autora sabe que nadie suele tener toda la razón ni estar equivocado al cien por cien. Cada personaje tiene sus razones, sus excusas a veces inconscientes. E incluso quien menos lo esperamos puede despertar nuestra empatía por un momento: en el episodio final recién emitido, el asesino Tommy Lee deja escapar unas lágrimas mirando ciertas fotografías y consigue que, como su propio hijo, sintamos lástima por él.
Todo lo leído hasta ahora quizá invite a pensar en 'Happy Valley' como una serie poco 'happy', pero incluso en sus escenas a priori más trágicas pueden asomar rastros de humor y colarse líneas de guion sobre minucias cotidianas. Así ha sucedido en su última escena dialogada, que pudo haber sido un sencillo mar de lágrimas. Por su mezcla de tristeza y humor o la humanidad brutal de sus criaturas, la serie ha hecho pensar en un Mike Leigh pasado al (sí) drama criminal, sobre todo en esa confrontación de once minutos entre hermanas del tercer episodio, que parecía sacada de 'Secretos y mentiras'. Palabras mayores, así es, pero son las que merece una serie mayúscula.
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