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'The Bear': la serie de Disney+ que te mete en la cocina

La producción es una de las series más aclamadas del año, drama con tintes cómicos sobre la restauración y la pérdida

'The Bear' FX

'The Bear' FX / FX

Juan Manuel Freire

Juan Manuel Freire

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Con inexplicable retraso de varios meses, como suele pasar en Europa con las series de FX, filial de Disney, nos llega la aclamada 'The Bear' (Disney+), comedia dramática (o mejor, drama con algún momento de sonrisa) sobre la gloria y la ansiedad de trabajar en la cocina de un restaurante. Eso a priori. Porque si dudamos de clasificar esta serie como comedia es por la sombra que aletea sobre casi todos sus personajes: la pérdida de un ser querido a causa del suicidio. 

Su creador, Christopher Storer, experto en especiales de comedia 'stand-up' (de Jerrod Carmichael, Chris Rock, etcétera) y director de buena parte de 'Ramy', tuvo que enfrentarse al suicidio de un amigo poco antes de empezar a desarrollar la serie. Esa experiencia empaña cada fotograma de este viaje feroz, dinámico pero amargo, caótico, a las entrañas de los fogones. 'The Bear' pudo subtitularse 'Cómo modernizar un restaurante', pero también 'Cómo (intentar) recomponerse y seguir adelante tras una pérdida inasumible'.

Pagar la pérdida con los demás

Jeremy Allen White

A saber: el volátil mánager Richard 'Richie' Jerimovich (Ebon Moss-Bachrach), mejor amigo del fallecido; el encargado del pan, con aspiración de chef pastelero, Marcus (Lionel Boyce); dos veteranos e irreverentes cocineros de línea como Tina (Liza Colón-Zayas) y Ebraheim (Edwin Lee Gibson), o el manitas Neil (Matthy Matheson, chef fuera de esta serie). En busca del orden y el talento, Carmy ficha como sous chef a la ambiciosa Sydney (Ayo Edebiri), para quien este restaurante, antiguo favorito de su padre, también es algo personal. 

Somos así traídos a rastras y dejados sueltos en un espacio humeante en más de un sentido, de nervios a flor de piel y broncas que esconden dolor. Una olla a presión de luto, trauma, adicción, masculinidad tóxica y la clase de perfeccionismo que te aísla de los otros. Pasan cosas malas, pero nadie es malo, aunque Neil asegure que Richie "no es buen tipo" por estar "triste por dentro". 

Según contaba su creador en 'Esquire', el chef actor Matheson compara el paisaje de la serie con un submarino: "Todo el mundo está atrapado en un submarino todo el día, y cada persona tiene sus propias movidas, y a la gente no le gusta que le toquen sus cosas".

Sentido de la urgencia

Lo que en principio iba a ser una película acabaron siendo ocho episodios de media hora bastante frenéticos, cargados de una ansiedad pareja a la que se sentía en 'Diamantes en bruto': máxima ansiedad. Es más fácil comparar 'The Bear' con ese clásico de apuestas y perdición de los Safdie que con casi cualquier serie o película reciente con ambiente de restaurante. Es demasiado buena como para hacerle eso. ¿Alguien recuerda 'Una buena receta', protagonizada por Bradley Cooper? ¿O la serie 'Sweetbitter', adaptación de la novela 'Dulceagrio' con Ella Purnell como una veinteañera del Medio Oeste que probaba las tensiones de trabajar como ayudante de camarera en un restaurante de lujo neoyorquino? Preguntas retóricas.

Existe una excepción, sea como sea: 'The Bear' recuerda, sobre todo por su aspecto de inmersión, a la estimable película de 2021 'Hierve', rodada por Philip Barantini en una sola toma entre los fogones y las mesas del restaurante Jones & Sons del londinense barrio de Dalton. La conexión se refuerza en el séptimo episodio, 'Review', también rodado en imposible plano secuencia. Pero si en aquella película el estrés podía llegar de la posibilidad de una reseña negativa (una chef famosa se ha traído de compañero de cena a un crítico gastronómico), aquí es un comentario laudatorio el que genera el problema, el peligro de muerte por éxito. 

Congelados en otro tiempo

"Aunque ahí fuera sea 2022, aquí sigue siendo 1988"

Por eso vemos a Richie escuchando a Counting Crows ('Have you seen me lately?', toma en directo) en su coche. Y por eso 'In too deep', de Genesis, sirve como banda sonora del cansancio. Lo más vanguardista serían los once minutos (en directo) de 'Spiders (Kidsmoke)' de Wilco, mejor que bien aprovechados en el séptimo episodio. O el puente de 'Let down' de Radiohead, estocada emocional definitiva en el capítulo final. 

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