Una saga reinventada

Crítica de 'El Señor de los Anillos: los Anillos de Poder': busquen la pantalla más grande

Los dos primeros episodios del 'blockbuster' de Amazon, ambos dirigidos por J. A. Bayona, acortan espectacularmente las distancias entre cine y televisión

Pase de El Señor de los Anillos: Los anillos de poder. Pase especial para fans en e Filmax de Gran Via. 31 de Agosto de 2022. Joan Mateu Parra

Pase de El Señor de los Anillos: Los anillos de poder. Pase especial para fans en e Filmax de Gran Via. 31 de Agosto de 2022. Joan Mateu Parra / Joan Mateu Parra

Juan Manuel Freire

Juan Manuel Freire

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Busquen la pantalla más grande, asalten el salón de un amigo o amiga si es necesario, antes de sentarse por primera vez ante el prólogo de 'El Señor de los Anillos: los Anillos de Poder', con el que los guionistas J. D. Payne y Patrick McKay y el director J. A. Bayona parecen rendir homenaje a los vibrantes minutos iniciales de la primera trilogía firmada por Peter Jackson a partir de los libros de Tolkien. 

El síndrome de Stendhal se hace aquí aún más grave: no hablamos de cinco, sino de casi veinte minutos a mayor gloria del placer de narrar. Se repasan eventos emblemáticos de la Primera Edad del Sol a través de las experiencias y emociones de la (unos miles de años más) joven Galadriel: cómo aprendió el valor de distinguir entre luz y oscuridad, de ser barco en lugar de piedra, o cómo el brillo en su mirada se enturbió para siempre tras la muerte de su hermano Finrod (Will Fletcher) a garras aparentes de Sauron, siervo del derrotado Morgoth. En los más electrizantes de esos primeros veinte minutos, Galadriel (Morfydd Clark) recorre riscos y cuevas como comandante cegada por la sed de venganza. 

Tras brillar en 'Saint Maud' como enfermera con complejo de Mesías, la galesa Clark vuelve a desprender fascinación emotiva en el rol de esta Galadriel menos serena que arisca, sin dejar de ser, en cualquier caso, faro de inteligencia e intuición. Pero no todos parecen creerla cuando asegura que el mal no descansa, solo aguarda, y que este periodo aparentemente pacífico para la Tierra Media está a punto de llegar a su fin. Como escribía Tolkien en una línea de 'El Señor de los Anillos' que marcó esta temporada: "Siempre después de una derrota y un respiro, la Sombra toma otra forma y vuelve a crecer".

Una introducción así podría justificar las comparaciones/competiciones entre 'Los Anillos de Poder' y la recién estrenada 'La Casa del Dragón', ambas precuelas de fantasía basadas en partes poco conocidas de totémicas propiedades intelectuales; la primera de ellas, una gran influencia para el padre de la segunda. Pero las diferencias son importantes, sobre todo a nivel de tono. Si la nueva extensión del universo de Martin nos recuerda el cinismo de los hombres y el dolor, a menudo literal y físico, de ser mujer, esta nueva visita al mundo Tolkien celebra la amistad, el ansia de una vida plena o, a través de personajes no canónicos, el entendimiento romántico entre razas

Pero 'Los Anillos de Poder' justifica especialmente su existencia a través del despliegue formal. Es la serie visualmente más fastuosa desde 'Fundación': los clichés televisuales quedan fuera de la ecuación en una visión de formato panorámico (CinemaScope, para ser precisos), con un gran énfasis en el paisajismo emocional y una cámara movida por la intención o la mejor intuición. En ciertos pasajes se mueve menos, porque Bayona, como Jackson, sabe que a veces es útil decelerar el ritmo e instalarnos en la intimidad casual de los personajes. 

El influjo de Jackson planea inevitablemente, pero aún más sencillo es rastrear conexiones entre estos dos primeros episodios, únicos a los que este diario ha tenido acceso, y el resto de la obra del propio Bayona, de nuevo acompañado por el director de fotografía Óscar Faura y los montadores Bernat Vilaplana y Jaume Martí. Es evidente que la experiencia de 'Lo imposible' ayudaría al director con la secuencia de tormenta en los Mares Divisorios. Como en 'Un monstruo viene a verme' o 'Jurassic World: el reino caído', tiene oportunidades para jugar con los placeres de la 'monster movie'. Y el terror más puro de 'El orfanato' asoma en cierta secuencia de espeleología quizá alimentada por el trauma indeleble de 'The descent'. 

Suscríbete para seguir leyendo