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Crítica de 'Gaslit': Julia Roberts contra Nixon en una revisión del Watergate

Sam Esmail (creador de 'Mr. Robot') produce este drama oscuramente cómico sobre la mujer de la alta sociedad que alertó sobre el papel del presidente en el escándalo

Crítica de 'Gaslit': Julia Roberts contra Nixon en una revisión del Watergate

Crítica de 'Gaslit': Julia Roberts contra Nixon en una revisión del Watergate / Starzplay

Juan Manuel Freire

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En un mundo donde todavía existe 'Todos los hombres del presidente', cualquier acercamiento ficcional al escándalo del Watergate parece innecesario, pero aquí llega 'Gaslit' con una, se anuncia, nueva y femenina perspectiva del anticlímax de la trama de espionaje que la administración Nixon llevó a cabo en 1972, en plena campaña de reelección. Por hacer un breve recordatorio: cinco hombres fueron descubiertos mientras trataban de forzar la entrada de la sede del Partido Demócrata en Washington; hombres, así es, del presidente, que debían colocar micrófonos e intervenir los teléfonos de sus rivales. La prehistoria de Pegasus.

Nada sorprende la presencia como productor de Sam Esmail, que como creador de 'Mr. Robot' y director de la primera temporada de 'Homecoming' ha demostrado gran interés por las conspiraciones y las maniobras políticas en la oscuridad. De la sala de guionistas de 'Mr. Robot' procede el creador de 'Gaslit', Robbie Pickering, quien se inspiró en el pódcast 'Slow burn' de Slate. Como en 'Homecoming', Julia Roberts tiene un papel importante, aunque no tanto como pueden sugerir las publicidades. 

'Gaslit' se vende un poco como "la serie sobre la mujer que delató a Nixon", es decir, Martha Mitchell (Roberts), esposa de John N. Mitchell (Sean Penn, irreconocible bajo toneladas de látex), exministro de Justicia y jefe del Comité para la reelección del Presidente. Conocida entre la alta sociedad por hablar mucho (y claro), esta extrovertida sureña fue pionera en hacer sonar las alarmas sobre el papel de Nixon en el Watergate. Y según nos explica la serie, en respuesta a sus indiscreciones fue retenida en un hotel contra su voluntad durante los días posteriores al destape del robo. 

Personaje, actriz y trama son fascinantes, pero 'Gaslit' abarca bastantes otras perspectivas. De hecho, la serie no arranca con Martha Mitchell, sino con una inquietante introducción a cargo del exagente del FBI G. Gordon Liddy (Shea Whigham, sinónimo de tele de prestigio), 'fontanero' principal de Nixon junto con el exagente de la CIA Howard Hunt (J.C. MacKenzie). La historia, dice Liddy, una mano pegada al fuego, la "escriben y reescriben los soldados que llevan la bandera de los reyes. Eso es lo que significa ser fuerte. Eso es lo que significa ser estadounidense. Eso es lo que significa ser Nixon". Lo que vemos después, una serie de cómicas desdichas protagonizadas por hombres ridículos, contradice por completo esa idea. 

'Gaslit' contiene, además, una comedia romántica protagonizada por el exconsejero John Dean (Dan Stevens), quien se mete, sin saberlo, en la oscura conspiración para favorecer la reelección de Nixon, y su segunda esposa Mo Kane Dean (Betty Gilpin), azafata de vuelo con aspiraciones de novelista rosa. Cada vez que ellos aparecen en escena, 'Gaslit' se convierte en una nueva 'Descalzos por el parque'. 

Al frente de la dirección, Matt Ross emplea sobre todo un tono más cínico que cálido, a años luz de la emoción sincera de su querida 'Captain Fantastic'. Cuando los hombres poderosos se muestran especialmente torpes, se puede pensar en las sátiras de Adam McKay, sobre todo 'El vicio del poder', en la que Christian Bale también cargó con quilos de látex para interpretar a Dick Cheney. Muchas de las mejores y más incómodas risas llegan gracias a ilustres secundarios: Nat Faxon, Patton Oswalt o una Martha Kelly (la traficante Laurie de 'Euphoria') que de nuevo logra lo máximo haciendo lo mínimo.

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