ENTREVISTA

Hugo Silva: "Julián, mi personaje en 'Nasdrovia', es un pasivo agresivo"

El actor que da vida a Pacino en 'El Ministerio del Tiempo' dice que los capítulos cortos de la serie de Movistar Plus+ crean adicción

En esta segunda temporada, el abogado de la ficción acaba integrándose totalmente en la mafia rusa para sobrevivir

Hugo Silva

Hugo Silva / Álvaro Tomé

Inés Álvarez

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Aunque Hugo Silva (Madrid, 1977) será ya para siempre el Pacino de 'El Ministerio del Tiempo', porque esa serie ya es leyenda entre las producciones españolas, no para de participar en ficciones que alcanzan un sonado éxito. Le acabamos de ver en el 'revival' de 'Los hombres de Paco' y en 'La cocinera de Castamar', que en su estreno fue la tercera serie de Netflix más vista en el mundo. Ahora ha vuelto a Movistar Plus+ 'Nasdrovia', en su segunda y última temporada, de la que se él se siente muy orgulloso.

A Julián, su personaje, lo escuchamos poco. ¿Quizá piensa: si estoy calladito podré sobrevivir?

Los dos tienen el mismo problema, lo que pasa es que son dos formas de sobrevivir. Julián es un pasivo agresivo y Edurne (Leonor Watling) va más de frente. Pasa igual que en la relación, como se ve en la primera temporada. Pero en esta segunda son dos formas de sobrevivir tan diferentes que se enfrentan. El arco de Julián encaja con la personalidad que vimos. Y todos los personajes tienen ahora arco, incluso los más secundarios. Profundizamos más en todo. 

¿Su trabajo interpretativo lo basa en esa casi inexpresividad?

Es muy divertido un personaje que va muy a la contra, que está en una situación límite, pero tiene que poner cara de póker. Eso es ser mafioso: no enseñar las cartas. Hay un momento que tiene que reivindicar su sitio en la banda por pura supervivencia, no por otra cosa.

Por primera vez no hace solo lo que quiere Edurne.

Podría ser. Deja de ir a rebufo de Edurne y empieza a tener iniciativa propia, pero por pura supervivencia En ese viaje llega a una especie de catarsis y empieza a actuar por su cuenta. Y vemos a un tipo que se ha convertido en muy frío y puede encajar en una organización como esta.

Y a ella le duele que no la apoye.

Más que el apoyo es una cuestión de confianza. Cuando estás en una situación así y ves que ya no puedes confiar en una persona, esto desemboca en una sensación de soledad absoluta. Este distanciamiento con Julián se convierte en soledad. Y esto implica mucho peligro: si no le cubre las espaldas, ella se queda sola.

En la la primera temporada el peso recaía en Edurne, Julián y Franky (Luis Bermejo), esta se ha abierto a un universo de personajes. 

Son muy listos los creadores: han aprovechado todo lo que han sembrado en la primera temporada para contar ahora cosas tan fuertes como la actualidad en los dos últimos años y los perfiles sociales que hemos visto en la pandemia. Cuáles son las personas a las que les afecta lo que está pasando. Y vemos mucho estilo y un elenco internacional que da mucho empaque. A partir del segundo capítulo vemos la firma de 'Nasdrovia', con la comedia de situación inteligente y con unos personajes que van a la contra y están muy fuera de los estereotipos.

Abundan la comedia negra, pero también la disparatada. Como las tramas de las 'drags'.

Es divertido y sirve para dar un respiro. Y está justificado, porque Boris (Anton Yakovlev) es un personaje interesante. Lo peligroso es que nunca sabes por dónde va. Un tipo en esta situación iría recogido, para no llamar la atención. Pero, no, él va a lo grande. Deja alucinados, incluso, a los miembros de su banda.

Sorprende su pasión por lo 'drag'.

Hay algo en él de malo megalómano que resulta muy interesante, porque eso hace que nuestra serie tenga unos giros que el público no se espera. Pero si ves el recorrido completo del personaje, encaja perfectamente. Es el típico tirano, megalómano, muy narcisista... Y ese es el 'fallo' que tiene como mafioso. Su punto débil...

Así como en la primera temporada parecía teatro, en esta los personajes se mueven por el mundo.

La serie ha respirado mucho, tiene mucho exterior, aunque nuestros protagonistas siguen encerrados. En la primera temporada era el restaurante el que los encerraba; en esta, es la situación, la casa y la organización la que asfixia. Y aunque van a Rusia, no dejan de estar encerrados y sometidos a los caprichos de Boris.

Y se incluye la pandemia, que no aparecía en el libro, claro.

No, claro. El libro se escribió hace años y ya la primera temporada es una versión. Lo que han hecho los guionistas es agrandar ese universo y llevarlo mucho más adelante.

Un gran universo en capítulos cortos.

Los guionistas me parecen un equipazo total. Y Marc (Vigil) tiene mucha experiencia por El Ministerio del tiempo y ha sabido sintetizar. Es muy moderno trabajar con este formato de capítulos de media hora y crear algo muy adictivo, porque son cortos, pero tienes ganas de más... 

Y contienen joyitas. Se hacen muchas referencias culturales y de actualidad. Hay muchos guiños.

Está impregnada de lo cultural de hoy en día. De cómo consumimos el audiovisual. En la forma, con homenajes, pero también hay autohomenajes a actores. Eso es muy de El Ministerio del Tiempo. Aquí el propio Marc es el director de la supuesta película que se rueda. Es un autocameo y no puede ser más él, porque él es así en los rodajes. Aunque le pese. 

Sin perder el sello 'Nasdrovia'.

Es una evolución de la anterior. Ha sido una temporada más libre. Ysin salirse de los parámetros de la primera temporada, han ido más allá. 

Pero acaba aquí su recorrido.

Las decisiones de si es la última temporada no llegas a saberlo cuando se está haciendo. Siempre se intenta dejar un poco abierta. Es lo que pasa en 'El Ministerio del Tiempo', que se puede reabrir. 

Deseando que eso pase, ¿cierto?

Yo trabajaría en esa serie si se hiciera una temporada cada dos años. Me haría funcionario de 'El Ministerio'.