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Crítica de 'Servant (temporada 3)': Shyamalan vuelve a lucirse en una serie a reivindicar

Esta historia de sectas, maternidad y autoengaño merece ser rescatada de entre las toneladas de contenido audiovisual actuales

Crítica de 'Servant (temporada 3)': Shyamalan vuelve a lucirse en una serie a reivindicar

Crítica de 'Servant (temporada 3)': Shyamalan vuelve a lucirse en una serie a reivindicar / Apple TV+

Juan Manuel Freire

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'Servant' es una creación del británico Tony Basgallop ('Inside men'), pero tiene la marca, sobre todo, de su productor y ocasional director M. Night Shyamalan, quien apuesta en ella por la creación de atmósferas, la precisión en la forma o, por qué no, su reciente pasión por equilibrar la tensión con dosis de humor. Debe ser uno de los mejores proyectos en que haya dejado su huella, pero la serie es todavía secreto bien guardado de unos pocos, quizá por haberse estrenado en Apple TV+ cuando esta plataforma todavía no era favorita de la crítica, sino objeto sobre todo de escepticismo.

Pero nunca es tarde para acercarse a una serie, y menos todavía una así de intensa, directa, concreta: los episodios no suelen llegar a la media hora. Especialmente intensa en la tercera temporada, quizá por ser la penúltima, es decir, la entrega en que se han de disponer las piezas para la jugada final. Estamos más cerca de saber cómo se resolverá la curiosa convivencia entre el matrimonio Turner (Lauren Ambrose y Toby Kebbell), su bebé 'reborn' convertido en bebé real y la misteriosa niñera (Nell Tiger Free) llegada desde una secta del Medio Oeste para cuidar al niño de todos los males. 

Al principio de temporada, el chef experimental Sean y la reportera televisiva Dorothy quieren hacerse creer a ellos mismos que viven una vida normal. Pero Leanne, la 'nanny' de poderes extraños, sigue traumatizada por los acontecimientos de hace unos meses y no confía en ese recién instalado sistema de seguridad de seis mil dólares. A medio camino entre unos y otra, Julian (Rupert Grint), hermano pequeño de Dorothy, intenta rehacer su vida con una nueva novia (la excelente Sunita Mani de 'GLOW') mientras se obsesiona con la idea de probar que el pequeño Jericho es, en realidad, hijo de Leanne. Para probarlo, puede adoptar medidas desesperadas y, por el camino, brindarnos uno de los mejores episodios de la serie: 'Hair', tercero de la temporada.

Shyamalan se luce en el episodio de apertura ('Donkey'), clase magistral de narrativa visual con composiciones de perfecta asimetría. Y lejos de buscar a gente que no le haga sombra, en episodios posteriores vuelve a dar la alternativa a grandes promesas del cine fantástico y/o independiente. 'Hair' está dirigido por Carlo Mirabella-Davis, el autor de una película con buena reputación, 'Swallow', sobre la pica, el trastorno que genera antojo por cosas poco nutritivas. Tiene todo el sentido: en esta serie todo, pero quizá especialmente la comida, tiene un aura de amenaza.

Por otro lado, Ishana Night Shyamalan (talentosa hija del director) se encarga del episodio sobre una tensa reunión de mamás; Dylan Holmes Williams (premiado en Sundance con el corto 'The devil's harmony') aborda ciertos problemas con el triturador de alimentos, y el tándem formado por Celine Held y Logan George ('Topside', premiada en el festival South by Southwest) se marca momentos virtuosos en un episodio que rompe bastante con el marco visual de la serie. 

Aunque brillante, ese capítulo invita a pensar que, llegada su cuarta temporada, 'Servant' podría llegar a ser una serie algo más convencional de lo que fue en un principio. Podrían echarse en falta la vieja claustrofobia, las sombras, la angustia gótica de esa solo en apariencia idílica casa adosada... El carácter de retorcido 'huis clos' de una serie antaño equidistante del terror asfixiante y la 'sitcom' más oscura imaginable. Seguramente seguirá siendo buena, pero buena de una forma menos única.

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