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'Estación Once', el paisaje después de la supergripe

Entrevistamos a Patrick Somerville ('The leftovers', 'Maniac'), 'showrunner' de esta gran adaptación de la novela de Emily St. John Mandel sobre un apocalipsis pandémico

'Estación Once', el paisaje después de la supergripe

'Estación Once', el paisaje después de la supergripe / HBO Max

Juan Manuel Freire

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Antes de oír acusaciones de oportunismo, una información necesaria: 'Estación Once' (HBO Max, desde el viernes, día 17) se basa en una novela de Emily St. John Mandel publicada en 2014 y sus autores ya tenían dos capítulos rodados cuando empezaron a surgir las noticias sobre el coronavirus. De modo que no, no hay intención de explotar tragedias por su parte. "Solo queríamos contar una historia sobre cómo vivir en una catástrofe y cómo superarla sin perder del todo el brillo en la mirada", explica en videollamada Patrick Somerville, novelista metido a gran guionista ('The leftovers') y 'showrunner' ('Maniac', 'Made for love'). 

Preservando la estructura de la novela, 'Estación Once' sigue a un grupo de personajes antes y después de una supergripe que fulmina a la mayoría de la humanidad. En el primer episodio, dirigido con mano maestra por Hiro Murai ('Atlanta', 'Barry'), seguimos a Jeevan (Himesh Patel, prota de 'Yesterday') y la pequeña Kirsten (revelación Matilda Lawler) en un inesperado trayecto conjunto por un Chicago teñido de ausencia y peligro. "Ese es el cambio principal respecto al libro", señala Somerville. "En la novela, Jeevan y Kirsten son un poco como barcos en la noche. Solo hablan una vez y no vuelven a verse. Nosotros nos hacíamos una pregunta: ¿cómo sería si unos perfectos desconocidos se vieran obligados a pasar 80 días en cuarentena?". 

Somerville y su equipo, como antes Mandel, se preguntan también cómo lo haría la humanidad para salir de algo así y qué clase de creencias serían nuestro oxígeno. En 'Estación Once', el camino más claro hacia la supervivencia y la reconstrucción se presenta en forma de la cultura. Ya de adulta, Kirsten (la sensacional Mackenzie Davis) forma parte de una troupe ambulante, la Sinfonía Viajera, especializada en versiones chatarreras de clásicos de la música popular y el repertorio shakespeariano. En este futuro ruinoso pero luminoso, los supervivientes han formado grupos por seguridad y se han asentado en apeaderos de camiones o moteles. 

Las primeras imágenes de ese paisaje, a pesar de todo, levemente utópico nos llegan a través de pequeños flashes. A veces, la cámara se detiene en determinado lugar y nos llega la visión fugaz del que será su aspecto en el futuro: desolador pero, a la vez, cubierto de vida. Murai ha citado la influencia del fotógrafo Joel Sternfeld, retratista de una América olvidada e inolvidable. "Lo que queríamos –explica Somerville– era presentar un mundo vacío como un espacio utópico, pero sin dejar de reconocer la pérdida. Recuerdo que, al principio de la pandemia, nos encantaba ver la naturaleza desatada y a los animales invadiendo la ciudad. Pero había algo falso en ese momento: todavía no entendíamos la profundidad del problema, cuántas muertes estaba habiendo, cómo afectaría la cuarentena a nuestra salud mental. En nuestra historia mostramos un mundo bello sin negar lo perdido”. 

Ciencia ficción emocional

Desde su paso por la sala de guionistas de 'The leftovers', Somerville ha usado marcos conceptuales de ciencia ficción para explorar las cuestiones más terrenales del mundo. La versión estadounidense de la serie noruega 'Maniac', escrita por Somerville y dirigida por Cary Joji Fukunaga, era lúdico retrofuturismo por fuera y reflexión emotiva sobre la esquizofrenia por dentro. ¿Es la ciencia ficción emocional (o poética) el mejor subgénero del mundo? "Desde luego, es una idea que combina todo lo que me gusta", señala Somerville. “Algunos de mis libros son así. También todas mis adaptaciones para televisión de obras ajenas. Por algún motivo, al hablar de ciencia ficción enseguida pensamos en una 'space opera' o un ejercicio de historia contrafactual. A mí lo que más me fascina es, en cambio, la idea de retorcer un poco, solo un poco, alguna premisa fundamental de la realidad. Y observar cómo ese cambio de paradigma altera nuestro sentido de la normalidad. En cuanto aplicas un punto de vista empático, surge la emoción”. 

Hay empatía a toneladas en 'Estación Once' y su retrato de esa sociedad fulminada por lo inexplicable, pero decidida a encontrar un camino hacia delante: ¿igual que los dejados atrás en 'The leftovers'? "Gracias a [su cocreador] Damon Lindelof y su equipo aprendí mucho sobre el arte de contar historias y la clase de narrador que quería ser", confirma Somerville. "De hecho, Lindelof fue mi mentor. Es mi mentor. A su lado entendí que no tienes por qué dejar a un lado la alegría, la diversión y la extravagancia cuando exploras temas difíciles". Lección aplicada en 'Estación Once', una serie en la que se abren constantemente rendijas de humor y esperanza en mitad del terror. Quizá no oportunista, pero sí oportuna. 

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