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Crítica de 'The White Lotus': el paraíso no está en los demás

Mike White ('Iluminada') mezcla misantropía y humanismo en esta comedia dramática sobre los huéspedes de un resort hawaiano

Connie Britton en 'The White Lotus'

Connie Britton en 'The White Lotus' / HBO

Juan Manuel Freire

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¿Buscan un ejemplo de artista coherente? Miren en la dirección de Mike White, enfrascado desde hace un par de décadas en un intento persistente, a menudo exitoso, de desentrañar los misterios de las relaciones humanas desde una perspectiva entre irónica y sincera. Miguel Arteta ha dirigido muchos de sus guiones, de la estimable 'Chuck & Buck' (en la que White era coprotagonista) a la reciente 'Beatriz at Dinner', vehículo para el lucimiento de Salma Hayek, pero en ocasiones, él mismo ha puesto en imágenes sus reflexiones sobre la lucha por entendernos entre nosotros o con nosotros mismos. 

'The White Lotus', su segunda serie tras la brillante 'Iluminada”, es lo primero que dirige desde 'Qué fue de Brad', aquella infravalorada historia de padres, hijos y decepción de mediana edad con un Ben Stiller para recordar. Solo por eso, ya es un pequeño acontecimiento. Además, la serie reúne rastros de las dos perlas citadas. De Hawái volvía el personaje protagonista de Laura Dern en 'Iluminada', después de tres meses de reposo y meditación, y a Hawái llegan los personajes principales de 'The White Lotus' para tratar de relajarse en el resort titular. 

Y como en 'Qué fue de Brad', asistimos a un intento de acercamiento entre padre (Steve Zahn) e hijo (Fred Hechinger, últimamente visto por doquier) que no fluye tan fácilmente como debería. El padre, Mark, se ha visto impelido a profundizar en sus relaciones familiares tras saber que no padece cáncer de testículos. Se acerca a su hijo Quinn porque su esposa Nicole (Connie Britton) está más ocupada buscando fondos de Zoom para sus reuniones (en mitad de vacaciones) y su hija Olivia (Sydney Sweeney) se ha traído a una amiga, Paula (Brittany O'Grady), por no tener que hablar mucho con su familia. 

A esta familia disfuncional se une un matrimonio estrenado con mal pie: guapos, lustrosos, aparentemente felices juntos, Shane (Jake Lacy) y Rachel (Alexandra Daddario) son la envidia del lugar, pero en la pareja ha empezado a asomar muchas ansiedades, sobre todo la de clase. Ella, periodista freelance, para más señas, no quiere vivir del dinero de Shane y su rica familia. Él es el típico privilegiado petulante y eso puede traer consecuencias, como acabar sin querer en un funeral en el mar, el de la madre de Tanya (Jennifer Coolidge), viajera solitaria e hipersensible. Han acabado allí por decisión maquiavélica del gerente del resort, Armond (Murray Bartlett), al que mejor no pedir demasiadas veces un cambio de habitación.

Además de secretos y mentiras, líos y celos, 'The White Lotus' aloja también un misterio de asesinato. La acción arranca por el final, cuando Shane se resiste a dar detalles sobre el crimen en un aeropuerto. Toda la serie tiene un aire de largo, distendido prólogo de un quién-lo-hizo, además de, en este caso, un quién-murió. 

'Distendido' es aquí el adjetivo clave, para bien y para mal. Nadie en su sano juicio rechazaría pasar un rato cada semana con estos personajes, estos actores y estos diálogos ahora deliciosamente cruentos, ahora realmente emotivos. Otra vez no queda claro si White es un misántropo o un humanista, alguien incapaz de escribir personajes redimibles o alguien que sabe ver la belleza de todo el mundo, como Jonathan Demme, director de dos capítulos de 'Iluminada'. Por otro lado, los episodios duran el doble que en aquella y al menos un cuarto de hora más de lo que deberían.

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