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Crítica de 'Paraíso': revival nostálgico sin demasiado gancho

La serie fantástica de Movistar+ es una mezcla de referencias de los ochenta y noventa sin razón clara de ser y cierto déficit de diversión 

Crítica de 'Paraíso': revival nostálgico sin demasiado gancho

Crítica de 'Paraíso': revival nostálgico sin demasiado gancho / Michael Oats

Juan Manuel Freire

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Hace ya muchos años que el revival del cine de aventuras y fantástico de los ochenta, en particular el dirigido o producido por Spielberg, ha dejado de ser una curiosidad simpática para convertirse en tendencia sobreexplotada. Su ejemplo quizá más emblemático, 'Stranger things', no fue ni mucho menos el primero: cinco años antes, por ejemplo, ya se había estrenado 'Super 8', también con su pequeño pueblo, sus bicis y sus linternas.

Diez años después del filme de J.J. Abrams, llega el más claro intento de la industria audiovisual española por aprovechar el tirón de esa nostalgia por un cine juvenil inocente pero terrorífico, unos días en que todo parecía más simple (aunque en muchos aspectos tampoco fuera mejor) y un mundo sin móviles ni redes sociales (esto sí es digno de ser añorado). Puede que 'Paraíso' se desarrolle en 1992, no los ochenta, pero las referencias siguen siendo en su mayoría de bastante antes, de 'Verano azul' a 'V', pasando por 'Cuenta conmigo'.

Es inevitable pensar que, en cierto modo, la referencia es también el propio revival. Sus tres héroes 'pringados' son el equivalente de los tres 'geeks' con walkie-talkie de 'Stranger things'; el matón Zeta (Héctor Gozalbo) luce un peinado bastante parecido al de Charlie Heaton. Como la serie de los Duffer, 'Paraíso' habla de la desaparición que tiene martirizado a un pequeño pueblo: en este caso, la de tres niñas de quince años, Sandra, Eva y Malena (trasunto de Miriam, Toñi y Desirée), que nunca volvieron de la discoteca que da título a la serie.

El Mike Wheeler de 'Paraíso', Javi (notable Pau Gimeno), se obceca en saber la verdad sobre el paradero de Sandra, su hermana mayor. Acompañado por sus colegas Álvaro (Cristian López) y Quino (León Martínez) y el citado Zeta, acaban combatiendo con unos seres fuera de este mundo: los No Muertos, "seres de las tinieblas, criaturas que se mueven entre los dos mundos", en palabras de una especie de médium entre la Zelda Rubinstein de 'Poltergeist' y la Whoopi Goldberg de 'Ghost'. En paralelo, la joven guardia civil Paula Costa (Macarena García) también hace pesquisas sobre el paradero de las niñas.

Tanto 'Super 8' como 'Stranger things' supieron trascender el simple popurrí y resultar frescas a base de buscar personajes carismáticos y pura y dura energía narrativa. 'Paraíso' no acaba de encontrar ni una cosa ni la otra, demasiado apegada a una afectación dramática que contrasta con el alambicamiento de la historia. Demasiado a menudo se confía en la referencia nostálgica para generar simpatía o empatía: Game Boy, Bollycao, Terminator o Gandalf son algunas de las palabras clave. Seguramente Lucas Vidal estaba pensando en 'La historia interminable' cuando compuso los arpegios de la canción principal, interpretada por Ana Torroja.

En alguna ocasión, las referencias parecen lanzadas un poco al azar: ¿por qué se habla del estreno "dentro de dos meses" de 'Terminator 2: El juicio final', si en 1992 la película ya estaba más que estrenada? ¿Por qué en la discoteca Paraíso hay un disco de The Cardigans, si el grupo no debutó hasta 1994? Esos detalles importan.

Sosteniendo la función, además de los jóvenes actores (no hemos hablado de María Romanillos, tan natural y emotiva aquí como en la futura 'Maricón perdido'), están las cuidadas composiciones a las que nos tiene acostumbrados el director Fernando González Molina, capaz por momentos de elevar el material por encima de lo frustrante. Hay una buena serie dentro de 'Paraíso', pero debió llegar antes y haberse trabajado algo más a fondo.