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Crítica de 'Perdiendo a Alice': la última gran perla de la tele israelí

La guionista y directora Sigal Avin sorprende con esta turbadora historia de obsesión y vampirismo creativo

Crítica de 'Perdiendo a Alice': la última gran perla de la tele israelí

Crítica de 'Perdiendo a Alice': la última gran perla de la tele israelí / Apple TV+

Juan Manuel Freire

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De la nunca bien ponderada televisión israelí han nacido algunos de los proyectos más celebrados de la última Era Dorada de las series: clásicos como 'En terapia', 'Homeland' e incluso 'Euphoria' son 'remakes' de producciones israelíes; de brillantes originales que, al ser difíciles de ver fuera de su país, no podían hacer demasiada sombra a las copias. Esto último ha cambiado gracias a las plataformas y su política de distribución global y apoyo a la industria local: las series israelíes ya no son necesariamente invisibles fuera de su país, sino que pueden adquirir carácter de evento a escala mundial. 

Apple TV+ no es ajena a estos cambios y el pasado septiembre estrenó 'Teherán', con cuyo cocreador Moshe Zonder (guionista jefe de la exitosa 'Fauda') tiene un acuerdo para desarrollar proyectos. Y ahora estrena 'Perdiendo a Alice', una absorbente sorpresa que echa por tierra todo lo (poco) que creíamos saber sobre la guionista Sigal Avin. Conocida en su país por telenovelas y comedias, aquí se marca un 'thriller' psicológico en sintonía con Hitchcock, Lynch, el Polanski de 'Lunas de hiel' y el Ozon de 'Swimming pool'. Muy poca broma.

El primer episodio arranca con una cita de la escultora francesa Louise Bourgeois: "El arte es garantía de cordura". Palabras que pierden sentido si tenemos en cuenta los jardines donde acaban las artistas que ocupan aquí el centro de la trama. Pero tiene todo el sentido que se cite a Bourgeois, siendo como era una artista tan concentrada en estudiar las etapas femeninas.

Avin enfrenta a dos mujeres en épocas distintas de sus vidas. La Alice del título (Ayelet Zurer, mujer de Eric Bana en 'Munich') fue, hace un tiempo, una cineasta arriesgada que mostraba la sexualidad femenina sin tapujos. Ahora rueda anuncios de yogures, eso cuando se lo permiten sus obligaciones maternas, y se contenta (es un decir) con ser la sombra de su marido actor (Gal Toren). Al otro lado del cuadrilátero está Sophie (Lihi Kornowski), una joven misteriosa e hipersexual que ha escrito el guion de 'thriller' erótico que tiene cautivada a la industria, incluyendo al marido de Alice y a esta misma, que acabará convertida en su directora por petición de la propia Sophie.

Alice no se lo piensa demasiado: es su oportunidad para "dirigir de nuevo, salir de casa". Pero por todas partes aparecen malos augurios, como una invasión de ratas, la aparición de un jabalí en un lugar insospechado o la desaparición del anterior director previsto para 'Habitación 209', como se llama esa historia basada, quizá, en hechos (o deseos, o secretos, o mentiras) reales.

Directora de la serie además de guionista, Avin sabe introducir al espectador en el punto de vista de una heroína intoxicada por la sensualidad y la promesa de peligro de su aprendiz/competidora. Cuenta a su favor con la entrega desbordante de Zurer y Kornowski, abrumadoras cada una en su crescendo particular. Pero 'Perdiendo a Alice' no solo cuenta cómo empieza una obsesión, sino también cómo acaba una pareja; cómo el triunfo de una de las partes puede ser un estímulo y una alegría para la otra, o más bien todo lo contrario. Cada pequeño momento del viaje desprende verdadera intimidad y está filmado con verdaderas elegancia y precisión. No esperen, ya no, esta vez no, porque no hay ningún motivo, a que llegue el 'remake' estadounidense.

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