FINAL DE SERIE EN ATREMEDIA PREMIUM

Crítica final de 'Veneno': una emocionante catarsis transgénero

La serie de los Javis sobre la emblemática Cristina Ortiz ya debería tener reservado un panteón de honor dentro de la ficción televisiva de nuestro país

Un fotograma de la serie 'Veneno'

Un fotograma de la serie 'Veneno' / periodico

Beatriz Martínez

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“De lo que no se habla, no existe. Y lo que no existe, se margina”. Sobre esta idea se construye buena parte de la identidad de ‘Veneno’la serie para <strong>Atresmedia Premium</strong> creada por <strong>Javier Calvo y Javier Ambrossi</strong> que ha conseguido situar en el centro del relato (y del debate social) la realidad 'trans' en nuestro país a partir de la figura de la emblemática Cristina Ortiz.

Solo por eso, ‘Veneno’ ya debería tener reservado un panteón de honor dentro de la ficción televisiva de nuestro país, por su necesario carácter reivindicativo y militante, por su forma de visibilizar y legitimar a un colectivo históricamente maltratado a través de un respeto y una sensibilidad inauditas.

Pero la serie de los Javis es eso y mucho más. Es un retrato tan apasionante como lúcido (y lúdico) de la historia reciente de España que nos lleva desde la represión e intolerancia incrustada en la mentalidad provinciana hasta la cultura del espectáculo televisivo fagocitador y la mitología pop, pasando por una contundente denuncia política al desprecio de las instituciones por los miembros del colectivo 'trans'.

En definitiva, un viaje por las sombras de un pasado demasiado reciente que conecta con el presente para abrir una puerta de esperanza al futuro a través de las nuevas generaciones. Los Javis fusionan todas estas líneas temporales que repasan las distintas etapas de Cristina a través de la investigación periodística de Valeria Vegas (autora de su biografía, '¡Digo! Ni puta ni santa') y tanto a nivel narrativo como visual esta decisión se convierte en uno de los hallazgos de la serie gracias a unas imaginativas transiciones.

Maravilloso cásting de actrices

Cada capítulo se encuentra perfectamente estructurado y cerrado en sí mismo, como si se tratase de una unidad independiente que se rige a través de sus propias reglas. Los Javis son especialistas en captar momentos de cotidianidad 'kitsch' (inolvidables las apariciones de Paca La Piraña), pero también en esta ocasión son capaces de transgredir, de introducirse en las zonas más oscuras en un equilibrio muy complicado de conseguir entre la crudeza y la ternura, la inocencia y la decadencia. Parte de esta hazaña también se debe a un cásting de actrices apoteósico (Isabel Torres, Daniela Santiago, Jedet, Lola Rodríguez y Paca ‘La Piraña’ a la cabeza) y al talento de los Javis para componer momentos casi épicos, así como personajes (aunque sean secundarios) que se quedan clavados en el imaginario colectivo para siempre.

En esta ocasión, han delegado la dirección en tres episodios. Mikel Rueda se encarga del capítulo 3, ‘Acaríciame’, centrado en la constante experimentación de Cristina (y de Valeria como espejo) para encontrar su identidad y del 7, ‘Fue más o menos así’, que gira en torno a la fina línea que separa la verdad y la mentira, la fantasía y la ficción y que culmina con la ya antológica escena de la discoteca al ritmo de ‘You’re always on my mind’ de Pet Shop Boys mientras todas las caras de la Veneno, desde que era el pequeño Joselito, aparecen en la pista de baile. En cuanto a ‘La maldición de las Onassis’, dirigido por Álex Rodrigo, sorprende la fuerza terrorífica y 'gore' de sus últimas secuencias en un acercamiento inesperado al cine de terror.

‘La noche que cruzamos el Mississippi’ sirve como carta de presentación, ‘Un viaje en el tiempo’, con tintes almodovarianos, nos traslada a la niñez, ‘Cristina a través del tiempo’ se adentra en la trastienda de la fama y da paso al paulatino ensombrecimiento de La Veneno y ‘Una de las nuestras’ da sentido a la lucha colectiva. La miniserie se cierra con ‘Los tres entierros de Cristina Ortiz’, un réquiem que subraya de forma contenida y emocionante el espíritu de la serie, la reivindicación de los referentes, el homenaje a un icono, para seguir construyendo un camino de tolerancia.