CRÍTICA DE SERIE

'La extraordinaria playlist de Zoey': deprimente explosión de color

A esta comedia dramática musical le falta encanto y una selección de canciones más original

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Juan Manuel Freire

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En su forma más canónica, el musical es el género feliz por excelencia: un estallido de movimiento, color y energía que puede y debe transportar al espectador a otro estado de conciencia. Pero cuando no se hace del todo bien, puede resultar más deprimente que cualquier otro género.

Tan solo la actriz Jane Levy, de vuelta en la comedia tras un tiempo muy centrada en el terror (recordemos su paso por la última 'Posesión infernal' o 'No respires'), salva 'La extraordinaria playlist de Zoe' del desastre absoluto; de quedar relegada al cajón de fiascos musicales televisivos donde descansan asuntos como 'Cop rock' y 'Soundtrack'. Está simplmente magnética como Zoey, joven programadora de San Francisco, afortunada en el trabajo, pero no en el amor ni en la salud familiar, que adquiere un curioso don después de una resonancia trastocada por un terremoto: los pensamientos más íntimos de la gente se presentan ante ella en forma de números musicales.

Durante los primeros achaques, un vecindario entero la sigue cantando 'Help!', de los Beatles, en un número 'flash mob' como salido de 'La ciudad de las estrellas (La La Land)'; aquí también trabaja la coreógrafa Mandy Moore, al menos en los primeros capítulos. Gracias a su relativo superpoder, Zoey descubre más adelante que la joie de vivre de un nuevo compañero de trabajo (John Clarence Stewart) es todo fachada; que su padre (Peter Gallagher), víctima de una enfermedad neurológica, tampoco está en realidad del todo ausente; que su mejor amigo (Skylar Astin, de la saga 'Dando la nota') bebe secretamente los vientos por ella, o que su jefa (Lauren Graham) pasa por un tramo árido en su vida de pareja. A partir de lo que parecía un engorro, Zoey logra resolver los problemas no solo de los demás, sino también algunos propios, crecer como persona. 

Producida por el otrora adelantador Paul Feig (director de 'La boda de mi mejor amiga', pero después la 'Cazafantasmas' del 2016 y 'Last Christmas'), la serie puede recordar bastante a menudo a 'Crazy ex-girlfriend', cuya heroína imaginaba momentos de su vida en forma de videoclips y números musicales. Pero aquella era el doble de efectiva, delirante y resonante. Además, tenía el mérito de contar con canciones originales, en gran parte obra de Adam Schlesinger (Fountains Of Wayne), que en paz descanse. Aquí la selección de temas puede ser poco original o dudosa: salta, sin apenas solución de continuidad, de los Beatles a Jonas Brothers ('Sucker') y Meghan Trainor ('NO', no, por favor). 

Sea como sea, mientras Levy domina la acción, es fácil pensar que quizá esta serie no esté tan mal, que es casi como el 'La La Land' de la 'sitcom' o una prima lejana con canciones de 'Silicon Valley'. Lo que puede dar de sí el carisma.