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El oscuro regreso de Perry Mason

Matthew Rhys protagoniza una turbia serie de HBO sobre el mítico personaje creado por Erle Stanley Gardner

Icult series verano Perry Mason

Icult series verano Perry Mason / periodico

Juan Manuel Freire

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Para la mayoría, Perry Mason siempre tendrá el rostro de Raymond Burr, quien encarnó al personaje durante más años que nadie, primero en una serie (1957-1966) de hasta 271 episodios y luego en casi una treintena de telefilmes. La estructura argumental raramente variaba. El teniente de policía Arthur Tragg y el fiscal Hamilton Burger acusaban de asesinato al hombre o la mujer equivocados; Mason, ayudado por su secretaria Della Street y el investigador Paul Chalk, daba con el verdadero culpable, y acababa desmontando la acusación en un contrainterrogatorio de infarto.

Era confortable saber que, semana a semana, la verdad y la justicia iban a prevalecer, siempre gracias a la astucia y el férreo sentido moral de un hombre entregado a su trabajo por encima de todo. En la época clásica de Mason, los abogados tenían mejor imagen cultural que ahora. Aquello ya había cambiado en los noventa, cuando el personaje se enfrentó a una resbaladiza nueva generación de pleitistas.  

Según cuenta la historia oficial, Erle Stanley Gardner, el padre de la criatura, tuvo suficiente con ver a Burr (y ni siquiera esperó a oírle decir una palabra) para afirmar: "Ese es Perry Mason". No opinó lo mismo sobre el Warren William de (casi todas) las adaptaciones cinematográficas de los años treinta: ese Mason escurridizo y dipsómano no era su Mason. Para posteriores adaptaciones, incluyendo un serial radiofónico de miles de episodios, Gardner se aseguró de poder tener el control creativo.

Ejercicio de revisionismo

¿Qué pensaría el escritor, fallecido en 1970, del 'Perry Mason' que podremos ver en HBO desde el lunes? Por las libertades que se han tomado sus creadores, probablemente nada bueno. De entrada, Rolin Jones y Ron Fitzgerald (guionistas de 'Weeds', 'United States of Tara' o 'Friday night lights') se atreven a viajar por su cuenta a la prehistoria del personaje. La serie se sitúa en Los Ángeles en 1931, es decir, dos años antes de 'El caso de las garras de terciopelo', primera de las más de ochenta novelas protagonizadas por Mason.

Encarnado por un Matthew Rhys ('The americans') de afeitado poco apurado, este Mason no es un abogado inmaculado, sino un investigador privado de pasado militar turbio y poca afición por las normas; prefiere la bebida o las mujeres. En esta 'Perry Mason' también aparecen una Della (Juliet Rylance) o un Paul (Chris Chalk), pero con funciones y orígenes diferentes a los esperados; estamos ante un ejercicio de revisionismo progresista. 

Ese Mason pendenciero no sorprende tanto si recordamos que, en un principio, iba a interpretarlo Robert Downey Jr., en la serie presente como productor. La idea era hacer una película sobre los orígenes del personaje, pero la abundancia de ideas hacía más fácil pensar en una serie. Se encargó su preparación a Nic Pizzolatto, pero este acabó dejando el barco para concentrarse en la tercera temporada de 'True detective'.

Jones y Fitzgerald han cocinado una primera temporada que no gustaría a Gardner, pero seguramente gustará a Pizzolatto. El que podríamos llamar 'El caso del bebé secuestrado' navega en la oscuridad más descarnada ya desde un arranque de impacto, y su retrato de Los Ángeles es tan poco idílico como el de la segunda temporada de 'True detective'. A medida que investiga el citado secuestro para un abogado personal (John Lithgow), Mason destapa las grietas en el seno de una ciudad donde la Gran Depresión no parece haber hecho demasiada mella, pero no todo es, ni mucho menos, luz, brillo y prosperidad.