CRÍTICA DE SERIE

'The politician' (T2): brillante ensalada de tríos

La nueva temporada del drama satírico de Ryan Murphy es un gran enredo de relaciones a tres bandas y dobles juegos

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Juan Manuel Freire

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La primera temporada de 'The politician', el drama satírico del trabajólico Ryan Murphy (y sus colegas Falchuk y Brennan) sobre la obsesión por el poder, acababa con lo que parecía el primer capítulo de la siguiente. Tres años después de ganar una primera elección de forma ilegítima y sufrir no uno, sino dos intentos de magnicidio, Payton Hobart (Ben Platt) era un estudiante de la Universidad de Nueva York sin otro sueño que ahogar sus penas cada noche en el piano bar.    

Al final del episodio, la mayoría de sus colegas de instituto (Skye, McAfee, James, Astrid y Alice) se habían reunido por sorpresa en su cuarto para instarle a volver a la lucha. En concreto, a competir por un asiento en el Senado de Nueva York contra la líder de la mayoría Dede Standish (Judith Light), que es como decir, sabe el espectador, contra la fiera jefa de gabinete Hadassah Gold (Bette Midler). La siempre escurridiza Astrid (Lucy Boynton) tenía una información valiosa para usar: Dede está metida en secreto en un matrimonio a tres bandas.

El combate prometía, sobre todo por la presencia de Bette Midler, a la que la industria debía un buen papel desde hace siglos. Si algo debe aplaudirse de Murphy, es su afán por dar a actrices septuagenarias la oportunidad de brillar, de encarnar no a abuelas de la caridad, sino a mujeres complejas que todavía tienen deseos de muchas clases. Aquí tenemos de vuelta a la Midler explosivamente cómica de los ochenta, la de '¡Por favor, maten a mi mujer!' y 'Ensalada de gemelas'.

En este caso, deberíamos decir ensalada de tríos: 'The politician' deviene en su segunda temporada un eficaz vodevil de relaciones superpobladas, secretos e infidelidades. Está ese trío formado por Dede con su marido negro (Joe Morton) y un hombre más joven (Teddy Sears); el que acaban formando, no sin desconfianza, Payton, la novia a la fuga Alice (Julia Shlaepfer) y Astrid, o el círculo de tronchante amistad tóxica que forman McAfee (Laura Dreyfuss, que convierte en oro cada línea, cada reacción), James (Theo Germaine) y Skye (Rahne Jones). Hay más, pero mejor no 'spoilear' en exceso.

Si la primera temporada arrancó con gran fuerza, pero perdió eficacia y velocidad en su (casi) conclusión, esta nueva entrega es ágil e ingeniosa de principio a fin. Los cocreadores se divierten con los temas candentes de lo político y lo público (ecologismo, cultura de la cancelación) a la vez que con las estructuras: casi cada episodio tiene una duración diferente y el punto de vista puede acabar recayendo en personajes inesperados. La temporada pasa como una exhalación, dejando tras de sí un reguero de risas absurdas y huellas de emoción sincera.