CRÍTICA DE SERIE

Crítica final de 'The mandalorian': cuando el universo galáctico es un gran wéstern

La serie de Jon Favreau ha concluido de la misma manera que empezó: de forma excelente. Muchos fans de 'Star wars' han recuperado la fe en la saga galáctica tras lo hecho por J.J. Abrams y Rian Johnson en las tres últimas películas

Un fotograma de 'The Mandalorian'

Un fotograma de 'The Mandalorian'

Quim Casas

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El wéstern siempre ha sido el género que mejor ha aceptado todo tipo de permutas, trasvases, mutaciones y mescolanzas. Tanto el cine como la televisión lo han demostrado en los últimos años: wéstern y ciencia ficción ('Cowboys & aliens', la serie 'Westworld'), Oeste y terror ('Bone tomahawk'), wéstern y bélico (Quentin Tarantino siempre ha dicho que la estructura de 'Malditos bastardos' es la de un filme del Oeste) o incluso wéstern y superhéroes ('Lobezno', alumbrada por el clásico westerniano 'Raíces profundas'). A esta sana tradición se suma ahora' The mandalorian', otra entrega seriada del universo 'Star wars' que podemos considerar uno de los mejores wésterns de lo que llevamos del siglo XXI sin renunciar a su esencia fantástica.

'The mandalorian' ha concluido (ocho episodios de entre 31 y 48 minutos) de la misma manera que empezó: de forma excelente. Su creador y guionista de seis entregas, Jon Favreau, es un tipo listísimo que tras empezar como actor y guionista indie ('Swingers', en 1996) se hizo fuerte en el universo cinemático Marvel (director de los dos primeros 'Iron man', productor ejecutivo de los filmes de 'Los Vengadores') y ahora ha llevado las riendas de la primera producción galáctica gestada tras cerrarse la trilogía cinematográfica liderada por J. J. Abrams.

Mezclar wéstern con ciencia ficción o fantástico no es nuevo para Favreau, ya que fue uno de los productores de la citada 'Cowboys & aliens'. Pero aquel filme era un desastre, una mezcla horrible, mientras que 'The mandalorian' se ajusta de forma espléndida a las leyes del relato del Oeste para contar una de las historias más directas, fluidas y aventureras del 'universo Star wars'. De hecho, George Lucas ya tuvo muy en cuenta ciertas tipologías y situaciones de wéstern cuando urdió la trilogía cinematográfica original, así que Favreau no ha hecho otra cosa que recoger (muy bien) el testigo.

Atención, a partir de aquí contiene 'spoilers'

El protagonista, un guerrero con coraza y casco (Pedro Pascal) al que solo veremos el rostro en una ocasión –en la ilustre tradición de los héroes y villanos enmascarados de la saga–, no pertenece a una raza sino a un credo, el de mandalore. Él es un caza-recompensas que sirve al mejor postor e intenta cobrar con un material llamado beskar. Una vez fundida, cada lamina del preciado metal puede regenerar su sofisticada armadura.

La serie tiene una situación de partida que recorre cada uno de los ocho episodios, pero estos, a su vez, presentan una peripecia autoconclusiva. Cronológicamente se situaría entre la segunda y tercera trilogía cinematográficas, después de la caída del Imperio. En el primer episodio, el protagonista recibe un encargo por parte del ex miembro del Imperio que encarna el director Werner Herzog, cada vez más seguro como villano secundario en Hollywood ('Jack Reacher'). En el segundo ejecuta el encargo, rescatar a una pequeña criatura de piel verde, orejas puntiagudas, frente arrugada y grandes ojos: un Baby Yoda. Y en el tercero lo entrega a su cliente pero acaba rescatándolo.

De episodio en episodio, 'The mandalorian' sigue las aventuras del guerrero y la entrañable criatura –que se desliza dentro de una cuna flotante– enfrentados a permanentes peligros, con nuevas aliados y enemigos humanos, de otras razas, animales o drones. La historia principal se cierra, pero las puertas quedan abiertas de par en par para una nueva temporada. Se espera con fruición. Muchos ya han comentado que 'The mandalorian' les ha hecho recuperar la fe en la saga galáctica. Lo hecho por J. J. Abrams y Rian Johnson en las tres últimas películas aún tardará años en ser digerido y quizás aceptado.

 En la serie, los robots (como IG-11, a quien pone voz Taika Waititi, realizador del último episodio) vuelven a estar humanizados como en los orígenes –“un drone no es bueno ni malo, es el reflejo neutro de quien lo programa”–, reaparecen los jawas de ojos rojizos, las cuitas se dirimen en tierra con solo una batalla espacial y los títulos de crédito finales aparecen con ilustraciones en la tradición de los dibujantes de wéstern y ciencia ficción de las revistas de los años 50. Todo parece simple pero está muy estudiado.

 Volvamos al western: el cometido del propio protagonista, la pelea inicial en el bar y la doma de las curiosas criaturas –una especie de grandes besugos con patas– que sirven de montura, delimitan bien el terreno. Pero es que además hay un tiroteo en un poblado de estilo español que haría las delicias de Sergio Leone, una emboscada en una quebrada, paisajes muy terrosos, todo un episodio –el cuarto, dirigido por la actriz Bryce Dallas Howard– que remite a 'Los siete samuráis', 'Los siete magníficos', 'Raíces profundas' y 'El jinete pálido' –unos campesinos expoliados piden ayuda al mandaloriano para que los arme, instruya y ayude a combatir a unos bandidos– y otro –el quinto– que recupera la historia del wéstern clásico 'El pistolero', en el que un advenedizo quiere hacerse famoso matando al mítico protagonista; no en vano, este episodio se titula 'El pistolero'.

 'The mandalorian' es modélica y dinámica, un coctel gustoso en el que también pueden rastrearse similitudes con 'John Wick' (todos los rastreadores y asesinos reciben a la vez el encargo de capturar al protagonista), no falta el ataque de unos dragones, el protagonista de bate en el barro con un gigantesco rinoceronte, los secundarios son de lujo (el ugnaught al que presta voz Nick Nolte, la expeditiva soldada de asalto Cara Dune, el líder del Gremio de cazadores de recompensas que encarna Carl Weathers) y el sexto episodio es un ingenioso y laberíntico juego del gato y al ratón. Bien está celebrarlo este 4 de mayo, el Día de Star wars desde hace más de una década.