CRÍTICA DE SERIE

Crítica de la temporada final de 'Mr. Robot': un cierre ejemplar

Sam Esmail cierra todos los conflictos abiertos en la serie en un último episodio doble que resulta modélico en graduación, tono, información y emoción

Rami Malek, en la cuarta temporada de 'Mr. Robot'

Rami Malek, en la cuarta temporada de 'Mr. Robot' / periodico

Quim Casas

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El pasado 24 de diciembre se emitía en España el último episodio de la temporada final de 'Mr. Robot'. 45 entregas de una serie que convenció en su primera temporada, defraudó (relativamente) en la segunda, volvió a interesar en la tercera y tiene un dignísimo colofón en la cuarta.

Terminan así las angustiantes experiencias de Elliot Alderson, aquel programador joven y brillante, que apenas sabe relacionarse con los demás y que conocimos hace cuatro años. De día trabajaba como técnico de ciberseguridad. De noche era un justiciero cibernético, un 'hacker' dispuesto a combatir el mal: corrupción política o pornografía infantil, todo aquello que pudiera remediar entrando en los archivos ajenos y sacando a la luz las miserias del mundo capitalista en el que internet no sirve al usuario sino que acaba por dominarlo.

Sam Esmail, creador, guionista, productor y director de la mayoría de episodios, dotó de realismo a las peripecias del cibernauta. Esta sería la parte orgánica, creíble, del relato. Pero Elliot, interpretado por un siempre agitado Rami Malek (entremedio se convertiría en el Freddie Mercury cinematográfico), tiene un trastorno de disociación de identidad y es adicto a la morfina. Y este es el meollo de la cuestión, la creación de amigos imaginarios, alter egos o simplemente personalidades distintas –incluida, en una excelente idea de guion, la de un observador neutro–, lo que lleva 'Mr. Robot' a un territorio similar al de Múltiple y, sobre todo, 'El club de la lucha'.

La cuarta temporada avanza, inexorable, hacía la resolución de todos los conflictos abiertos en la serie. Los familiarizados con la misma sabrán qué pasa con el ministro Zhang, la corporación Whiterose y la poderosa E(vil) Corp, los miembros del ejército oscuro, las secuelas del 'hackeo' masivo el 9 de mayo del 2015, la relación con su hermana Darlene, el triste final de su amiga Angela, la agente del FBI DiPierro… Elliot está instalado en un bucle que él mismo construyó, convencido de ser un tío que juega a ser Dios sin permiso, como dice al final.

Nada de lo desarrollado durante la serie pierde fuerza, especialmente esa idea de la colectividad que se entrega a una terminal sin saber que la estarán manipulado para siempre. Pero además, en un último episodio ejemplar en graduación, tono, información y emoción, Esmail cierra todas las dudas (y también las puertas) en torno a esa personalidad múltiple y su imposible realidad en un mundo que se desvanece entre recuerdos vividos y sensaciones imaginadas.