ESTRENO

Crítica de serie: 'Servant', Shyamalan impone su ley en Apple TV+

El director de 'El sexto sentido' y 'Múltiple' deja su huella en este relato de terror psicológico escrito por Tony Basgallop

Un fotograma de la serie 'Servant', de M. Night Shyamalan

Un fotograma de la serie 'Servant', de M. Night Shyamalan / APPLE TV

Juan Manuel Freire

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Sobre todo desde el inicio de su nueva etapa indie, M. Night Shyamalan solo hace las cosas a su manera, es decir, adoptando personales soluciones formales y narrativas o cambiando el frenesí agotador de tanta narrativa actual por una paciencia colindante con lo bressoniano. Y en su salto al ecosistema del streaming con 'Servant', no solo rebaja esa actitud, sino que casi la potencia.

Esta serie de terror psicológico es creación de Tony Basgallop, guionista británico al que debemos, por ejemplo, la miniserie del 2012 'Inside Men', una historia de robos explicada de forma no lineal. Pero la autoría es en realidad compartida: Shyamalan (director del primer y noveno episodios, además de productor ejecutivo) se apropia del relato desde el minuto uno, exhibiendo con ambición, sin servidumbres, sus mejores armas de narrador visual y su gran sentido de la atmósfera.

Situada, claro, en su querida Filadelfia, 'Servant' es un perturbador a la par que hilarante 'huis clos' con una casa adosada como prácticamente único escenario. Allí viven Dorothy (Lauren Ambrose) y Sean (Toby Kebbell), reportera televisiva y chef experimental, respectivamente, que fichan a una misteriosa niñera, Leanne (Nell Tiger Free), para encargarse de su recién nacido. Parece la familia perfecta, pero más pronto que tarde descubriremos que su fachada vital oculta grietas importantes; detrás de su planeta imaginario hay un cosmos de dolor, una tragedia que todavía no se han atrevido a encarar. No son los primeros personajes de un relato de Shyamalan que se cuentan a sí mismos una historia para sobrevivir en el mundo: ya lo eran, en cierto modo, los miembros de la comunidad de 'El bosque' o la criatura de 'Múltiple'.

Contar más detalles de la historia rozaría el crimen; ya el primer episodio cuenta con un gran giro 'shyamalaniano'. Los misterios pequeños y grandes no dejan de sucederse, casi todos con algún tipo de explicación racional, pero también con un potencial sobrenatural. La ambigüedad es reina. Shyamalan sabe convertir cualquier elemento o ritual de la vida relativamente cotidiana en una amenaza, tan solo por su forma de colocar la cámara. Sus elecciones como director, que posteriores autores imitan, mantienen en permanente alerta: esos diálogos en plano-contraplano muy cerrado; esos movimientos de cámara angulosos, casi como rebotando en las agobiantes paredes del hogar.   

En su búsqueda de la inquietud, Shyamalan cuenta con algunos maravillosos aliados, como el director de fotografía Mike Gioulakis, quien ya se encargó de 'Múltiple' y 'Glass' y se atreve aquí a pulsar los límites de la cantidad de sombra que puede mostrarse en televisión, o el compositor Trevor Gureckis, siguiendo los pasos de Jonnny Greenwood o Mark Korven con un 'score' atonal a base de pianos maltratados y violines mal tocados a propósito.

En resumidas cuentas, estamos ante una (relativa) gran sorpresa del final del año y, seguramente, el mejor motivo hasta la fecha para superar el atolladero de ver Apple TV+ en una gran tele. 'Servant' pide inmersión.