CRÍTICA DE SERIE

'Buscando a Alaska', un buen drama juvenil

Los creadores de 'Gossip girl' ofrecen una sólida adaptación del superventas 'young adult' de John Green

Un fotograma de 'Buscando a Alaska'

Un fotograma de 'Buscando a Alaska'

Juan Manuel Freire

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El proyecto de trasladar 'Buscando a Alaska' a la pantalla viene de lejos, de cuando John Green todavía no era un tótem de la llamada literatura 'young adult' (este fue su debut literario) y el 'showrunner' Josh Schwartz ya nos había regalado 'O.C.', pero no 'Gossip girl'. El mismo año en que se publicó la novela, en el 2005, Schwartz firmó para encargarse de escribir y dirigir una versión cinematográfica.

Finalmente, ha sido una serie, quizá porque en salas cada vez hay menos espacio para historias de personajes, con presupuesto mediano y la emoción como efecto especial. Al frente todavía sigue Schwartz, aunque acompañado por su fiel colega Stephanie Savage, cocreadora de 'Gossip girl' y desde el 2010 su socia en la productora Fake Empire.

Si algo no ofrece 'Buscando a Alaska', es sorpresas: hablamos de exactamente la serie que puede resultar del cruce del ADN de Green y Schwartz. Como la novela y en general toda la obra del primero, se toma en serio y entiende el drama de la adolescencia. También nos recuerda que los adolescentes pueden hablar de otras cosas que no sean sexo, alcohol o drogas. Los miembros del internado Culver Creek pueden ser ratones de biblioteca y leerse pasajes de 'El general en su laberinto', de Gabriel García Márquez.

Como se espera de una serie de Schwartz, son todos irresistiblemente fotogénicos. Se supone que Charlie Plummer (el fantástico protagonista de 'Lean on Pete', de Andrew Haigh), da vida a un cerebrito apocado física y socialmente, pero su carisma casi juega en contra de la credibilidad dramática. La magnética Kristine Froseth es su objeto de adoración y la primera chica desaparecida de Green (después llegaría la Margo de 'Ciudades de papel'), esa Alaska solo a su alcance durante un breve período temporal.

También como en una serie de Schwartz, cada dos o tres minutos suena una canción, y además que podría haber sonado en 'O.C.': la historia se sitúa a mitad de los dosmiles, lo que sirve a su habitual supervisora musical Alexandra Patsavas para orquestar un festival de nostalgia por el indie rock para las masas de hace quince años. Eso de hacer sonar 'So here we are' de Bloc Party en una elegíaca secuencia de amistad tiene un nombre: chantaje emocional.

'Buscando a Alaska' enseña sus previsibles cartas desde el principio, sin engañar a nadie y abrazando sin remilgos los rituales de paso del drama adolescente y sobados códigos del thriller. Como no reinventa la rueda ni tampoco, seamos honestos, acaba de coger todo el vuelo que podría, invita a rescatar adjetivos poco usados en estos días categóricos: es una serie buena, sólida, eficaz… Lo que no tiene nada, nada de malo.