Gran estreno

'Vergüenza': nuestro gran retrato

Verguenza la serie

Verguenza la serie

Carlos P. Rovira

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Para el modelo anglosajón, la comedia es sinónimo de alta cultura. Podríamos hacer una disección del trabajo de los Monty Pyhton Rowan Atkinson -nombrado en 2013 comendador de la Orden del Imperio Británico- pero no es necesario. Todos conocemos el enorme impacto que han tenido sus trabajos en televisión y en la expresión cómica del pensamiento desde los años 70. La ficción española tardó un poco más, pero finalmente nos trajo obras cómicas de la talla de ‘Qué fue de Jorge Sanz’ o, la más reciente, ‘El fin de la comedia’, para devolvernos la fe en la risa.

Vergüenza’, la nueva serie de Movistar+, continúa esta hermosa tendencia. Después de meses esperando su estreno, hemos podido constatar que se trata de una comedia –además de incómoda de ver- con una potente carga social y una voluntad que va más allá de las risas: descifrar el porqué de algunos comportamientos inherentes en el ser humano. Por qué damos tanta vergüenza ajena. Qué es lo que nos empuja a actuar de forma estúpida. ¿Puede que la estupidez sea la mejor respuesta ante ciertas circunstancias? Es decir, ¿puede que en sociedad aquél que parece más idiota sea en verdad el que posee la lucidez más aguda?

Humor incómodo. Personajes desagradables. Y debajo de todo esto, escondido, un retrato de la sociedad en cuestión sutil y desgarrador.

Juan Cavestany Álvaro Fernández-Armero, cocreadores de la serie, ya nos avisaron desde el principio que ésta iba a ser una aventura difícil de soportar. Para los que hemos visto – como ellos – series como ‘Little Britain’ o ‘The Office’ ya sabíamos lo que se nos venía encima. Humor incómodo. Personajes desagradables. Y debajo de todo esto, escondido, un retrato de la sociedad en cuestión sutil y desgarrador.

El protagonista de ‘Vergüenza’, Jesús, interpretado por un espléndido Javier Gutiérrez, es fotógrafo de bodas, bautizos y comuniones desde hace veinte años. Hay quien puede pensar que Jesús está encasillado en este perfil laboral, y así es. Está completamente atrapado. Sin embargo, el muy ingenuo sigue soñando con exponer sus (otras) fotografías en alguna galería de arte de Madrid. Este quiero y no puedo, este delirio de grandeza, admitámoslo, es muy español. Y eso es precisamente lo que nos incomoda del personaje de Javier Gutiérrez. No tanto los líos donde se mete, sino el hecho de reconocernos a nosotros mismos en él.

Pero aparte de un buen fracasado, la serie necesitaba un gran escenario. ¿Cuál podría ser? ¿Qué contexto concentra como ningún otro la vergüenza de ser español? Las bodas. Cavestany y Fernández-Armero pusieron el ojo en la fiesta nacional por antonomasia. La del ‘Paquito el chocolatero’ y la corbata en la frente. La del cuñadísimo y la prima lejana. La del pica-pica, los entrantes, el primero, los segundos, el pastel y el tupperware. Nos da vergüenza porque nos vemos ahí. Es la misma vergüenza que cuando oyes tu voz grabada. “Ese soy yo”, te lamentas. Y no hay mejor manera de aceptarse que avergonzarse de uno mismo. Y no hay una sociedad más sana que la que sabe reírse de ella. De sus miserias y sus vicios.

Esperemos que series así sigan produciéndose en España, que nos hace falta. De momento, ya tenemos la primera temporada completa de ‘Vergüenza’ en Movistar+ bajo demanda y un capítulo nuevo cada martes en #0.