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Salud global

Héctor Bueno, cardiólogo: "No se puede tratar el corazón sin tratar la mente"

Al menos uno de cada tres pacientes cardiovasculares padece depresión o ansiedad

La Sociedad Europea de Cardiología reclama un cambio cultural en la Medicina

El cardiólogo Héctor Bueno.

El cardiólogo Héctor Bueno. / Hospital Gregorio Marañon

Marc Darriba

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Barcelona
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“No se puede tratar el corazón sin cuidar la mente”, resume el doctor Héctor Bueno, cardiólogo del Hospital 12 de Octubre y coautor del consenso de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC). El documento, publicado el pasado mes de agosto, marca un punto de inflexión: por primera vez la principal sociedad científica de cardiología reconoce de forma explícita la estrecha relación entre enfermedad cardiovascular y salud mental.

Hemos reducido la mortalidad en infarto pero nos hemos olvidado de que detrás de una coronaria hay una persona con emociones

Héctor Bueno

— Cardiólogo del Hospital 12 de Octubre

Hasta ahora, los avances en cardiología se habían centrado en lo biológico. “Hemos reducido la mortalidad en infarto o insuficiencia cardíaca, implantamos válvulas a pacientes de 90 años… Pero nos hemos olvidado de que detrás de una coronaria hay una persona entera, con emociones, miedos y un entorno social”, admite Bueno.

El vínculo entre corazón y mente

Las cifras del documento hablan solas: al menos uno de cada tres pacientes cardiovasculares padece depresión o ansiedad, y hasta la mitad puede convivir con algún trastorno mental importante. “Son millones de personas. Y no solo hablamos de pacientes: en la población general, la depresión o el estrés crónico aumentan el riesgo cardiovascular, igual que el tabaco o la hipertensión”, alerta Bueno.

El vínculo entre corazón y mente se explica por varios mecanismos: el estrés continuado eleva la tensión arterial y la frecuencia cardíaca, activa la inflamación y favorece estilos de vida poco saludables. Las diferencias de género también cuentan: la depresión y la ansiedad son más frecuentes en mujeres que en hombres, antes y después de un diagnóstico cardíaco.

El impacto invisible

Más allá de la biología, Bueno apunta que el diagnóstico de una cardiopatía transforma la vida. “El paciente se pregunta si podrá volver a trabajar, viajar o mantener su intimidad. Muchas veces no abordamos estas dudas. Además, la soledad, especialmente en pacientes mayores, emerge como un determinante crítico: limita la recuperación, reduce la motivación para cuidarse y aumenta el riesgo de depresión”, comenta.

Un cambio cultural en Medicina

El consenso reclama un cambio profundo. “No basta con reparar una coronaria. Hay que ofrecer salud integral”, sostiene Bueno. Para ello, propone crear Psycho-Cardio teams: equipos multidisciplinares que integren cardiólogos, psicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales y médicos de atención primaria.

Los obstáculos son múltiples: el estigma aún presente en los pacientes, la falta de tiempo en consulta y la escasez de psicólogos y psiquiatras en el sistema sanitario. “Lo primero es reconocer el problema. A partir de ahí necesitamos profesionales y recursos, porque la salud mental de los pacientes también es responsabilidad de los cardiólogos”, insiste.

Hábitos con doble beneficio

La llamada guía ciudadana de la ESC ofrece estrategias sencillas para proteger la salud mental y cardiovascular: dormir lo suficiente, hacer ejercicio con regularidad, mantener una alimentación equilibrada, practicar técnicas de relajación o mindfulness, y fortalecer las relaciones sociales. También anima a pedir ayuda cuando la tristeza, la ansiedad o el miedo se prolongan más de dos semanas.

El documento dedica, además, un espacio a los cuidadores, que suelen experimentar altos niveles de estrés y ansiedad. Recomienda que ellos también reciban apoyo emocional, descanso y orientación médica o social. “Cuidarse no es egoísta: es necesario para poder cuidar mejor”, recuerda la ESC.

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