Intrusismo profesional
Manifiesto contra los charlatanes de la salud mental
Un oportunista acuña un término, lo adereza con conceptos de moda, graba un video y lo convierte en viral
Frente a la trivialización del malestar, necesitamos hallar un significado trascendente para nuestra trayectoria biográfica
Eva Bach: "Las simplificaciones sobre las emociones perjudican a personas que están mal"

Rosa Rabbani
En los últimos años está teniendo lugar un fenómeno curioso en las consultas de los profesionales que nos dedicamos a la salud mental. No pasa semana sin que algún paciente pregunte por un término para referirse a un rasgo negativo o trastorno que ha escuchado o leído en las redes, medios o conversaciones cotidianas y con el que dice identificarse.
Conductas como tener cambios de humor, olvidarse la cartera o sentir euforia se convierten en cuadros clínicos de trastornos
La secuencia suele ser la siguiente: un oportunista parte de una experiencia personal, acuña un término —preferiblemente, precedido de alguna palabra con apariencia científica, como “síndrome” o “trastorno”, a ser posible en inglés o japonés, que siempre aporta un aire de prestigio—, adereza la explicación con alguna alusión a la oxitocina, las endorfinas u otros conceptos fisiológicos de moda y le asocia una serie de comportamientos comunes y propios de una gran mayoría de personas. Con esto el cóctel ya está servido y, a continuación, graba un vídeo de pocos minutos sobre ello y lo difunde en alguna red social. Al poco tiempo, el contenido se ha vuelto viral y lo han visto millones de personas.
Cuando se desvanece la novedad o surge la inevitable insatisfacción, las personas quedan a la deriva en busca de la siguiente promesa
Así, conductas como tener cambios de humor, olvidarse la cartera, experimentar tristeza, mover las piernas, juguetear con algún objeto, sentirse abrumado por el papeleo burocrático, no recordar de vez en cuando los nombres, sentir euforia, tener somnolencia, postergar una obligación aburrida, experimentar días con poca energía, perder el hilo de una conversación, empezar una tarea y dejarla inacabada o ruborizarse, por poner tan solo algunos ejemplos, se convierten en cuadros clínicos de trastornos con los que muchas personas se identifican.
Dejan, a continuación, sus diagnósticos de supuestas enfermedades psicológicas y presuntos problemas de salud mental en manos de youtubers, influencers y demás charlatanes que, sin ninguna base científica, elevan malestares subjetivos, malos hábitos o defectos del carácter a la categoría de patología, disfunciones psicológicas, alteraciones mentales o trastornos de la personalidad.
Síndromes para todos
Síndrome de déficit de naturaleza, síndrome de vibración fantasma, ansiedad social, love-bombing, vibración elevada, relación kármica, gaslighting, electrosensibilidad, nomofobia, personas con alta sensibilidad (PAS), TOC light, síndrome del impostor, personas altamente vibracionales, síndrome de la fatiga adrenal, FOMO, JOMO, identidad asexual romántica, text neck, síndrome de la sanación herida, multitasking disorder, personas altamente intuitivas, individuos tóxicos, détox emocional, ghosting; niños índigo, burnout espiritual, personalidades extremadamente introvertidas, sanación cuántica; síndrome del perfeccionista, sujetos altamente funcionales, síndrome del alma vieja; procrastinación crónica, perfiles narcisistas, TDAH autodiagnosticado, y un largo —muy largo— etcétera que en los últimos días desemboca en el flamante síndrome postaborto.
Cuanto más surrealista más se viraliza
Cuanto más extraño o surrealista parezca con mayor rapidez se viraliza. Sin el menor rigor ni respaldo científico, millones de personas terminan encumbrándolo, poco menos, que a la categoría de verdad incuestionable, cuando en realidad no es más que la experiencia subjetiva o la ocurrencia de alguien con el deseo —o la pretensión— de generalizarla al conjunto de la humanidad.
Sin el menor rigor, millones de personas terminan encumbrando a categoría de verdad la ocurrencia de alguien
En los últimos años cada vez hay más casos que acuden a consulta cuyo problema se resuelve en una sola sesión. Ocurre con mucha mayor frecuencia que antaño. Y aunque me gustaría alimentar mi ego pensando que es mi gran eficiencia con la que consigo ayudar a las personas en tan breve lapso de tiempo, mucho me temo que esa no sería la lectura correcta.
Ningún trastorno
Perdí ya la cuenta de la multitud de casos que llegan angustiados hasta la médula por lo que ven o lo que escuchan en las redes o en los medios. Sintiéndose diagnosticados con “enfermedades raras”, acuden en busca de ayuda y tratamiento. Y tras una sola conversación, se marchan aliviados de saber que no adolecen de ningún trastorno. Solo que la vida es un camino de crecimiento y que todos tenemos defectos.
Nuestro deber vital y moral es identificarlos y esforzarnos en pulirlos y superarlos por medio de hojas de ruta prácticas. Y hay que ver el respiro y descanso que supone saber que no padeces ninguna enfermedad por muy tremenda que sonara la etiqueta que te pusieron. Y es que estos falsos diagnósticos no son inocuos. Afectan negativamente a la salud mental porque nos distraen de la búsqueda de principios que pueda aumentar, progresivamente, una auténtica satisfacción con la vida. De ahí la importancia de conmemorar cada 10 de octubre el Día Mundial de la Salud Mental por cuanto puede ser una jornada que nos recuerde, entre otras cosas, la necesidad de buscar un sentido valioso y elevado a nuestras vidas y un horizonte de fines que nos confiera valor a la existencia que no se agote en lo efímero y pasajero.
Estos falsos diagnósticos afectan negativamente porque nos distraen de la búsqueda de principios
Frente a la trivialización del malestar en forma de etiquetas sin fundamento científico, lo que realmente necesitamos es reflexionar sobre cómo hallar un significado trascendente para nuestra trayectoria biográfica. Hacer caso a los discursos superficiales y sensacionalistas, que derivan en cultos pasajeros, acaba siempre igual: cuando se desvanece la novedad o surge la inevitable insatisfacción, las personas quedan a la deriva en busca de la siguiente promesa.
Rosa Rabbani es doctora en Psicología Social y terapeuta familiar. Publica en enero 'Inmortales. Trascender la finitud de la vida' (RBA).
Suscríbete para seguir leyendo
- Vídeo | La retirada del camión accidentado el sábado en la AP-7 provoca retenciones de más de 10 kilómetros en Tarragona
- Un muerto y un herido grave en un accidente con tres camiones implicados que corta la AP-7 an L'Aldea (Tarragona)
- Residir cerca del mar no alarga la vida: en el interior de España se vive hasta 10 años más que en la costa
- Condenados dos rusos por alquilar en Barcelona viviendas como pisos turísticos sin permiso de los dueños
- Superestafa inmobiliaria en Catalunya: el juicio con 128 víctimas empezará en febrero
- Avalancha de turistas argentinos que arrasan con las compras en España: 'Compramos maletas y las llenamos, la ropa aquí es mucho más barata
- ¿Por qué el camión accidentado en L'Ametlla mantiene cortada la AP-7 30 horas después?
- Sánchez afirma que España está trabajando en nuevos impuestos a los jets privados: 'Quien más contamina debe pagar, es lo justo