Psicología

Buenaventura del Charco, psicólogo, sobre la autoexigencia: "El nivel de crueldad con el que nos tratamos..."

El experto en salud explica que mucha gente normaliza hablarse mal él mismo, y como nadie lo ve cuesta más darse cuenta de lo nocivo que es este comportamiento

El psicólogo Buenaventura del Charco, sobre la soledad: "Es lo mismo que fumarte una cajetilla de tabaco al día"

La psicóloga Lara Ferreiro explica cómo influye el aprendizaje vicario en la forma de ver "la realidad" de una manera u otra

Buenaventura del Charco, psicólogo, sobre la autoexigencia: "Es el nivel de crueldad con el que nos tratamos"

Buenaventura del Charco, psicólogo, sobre la autoexigencia: "Es el nivel de crueldad con el que nos tratamos" / 123RF

Cloe Bellido

Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La autoexigencia puede ayudarnos a trabajar y sacar la mejor versión de uno mismo. El exigirte a ti mismo siempre más puede ayudarte a alcanzar puntos inimaginables, a empujarte a sacar lo mejor que tienes dentro... pero también puede jugar en tu contra. Tiene sus riesgos, como nunca estar saciado con lo que tienes, y en consecuencia, no ser feliz.

De estos peligros habla el psicólogo Buenavenutra de Charco en el canal de YouTube Libertad sin Deudas, un despacho de abogados expertos en cancelación de deudas y Ley de Segunda Oportunidad, y en su perfil de Instagram cuentan con más de mil seguidores.

Hablarnos mal a nosotros mismos, "normalizado"

El psicólogo habla de lo que puede significar la autoexigencia para nosotros, y qué es lo que más nos cuesta ver: "El nivel de crueldad con el que nos tratamos", explica. "Cualquier persona, si me viese aquí diciéndote 'eres inútil, no haces nada bien, que no sé cómo no te da vergüenza...' y te criticara muchísimo, todo el mundo pensaría 'Joder, vaya tío borde, vaya tío cruel...".

De Charco explica que esto es lo que pasa en nuestra cabeza cuando tenemos mucha autoexigencia, pero nadie lo ve nadie y nos acostumbramos a hablarnos de este modo, pues hay un momento que lo tenemos totalmente normalizado.