Salud mental y prisión

Enric Gil, coordinador del ICS en las cárceles: "Tenemos un gran problema con los suicidios"

Administración y enfermeras alertan que las celdas de aislamiento pueden contribuir a las ideas suicidas

Jóvenes, mujeres, migrantes, colectivo LGTBI, colectivos con más factores de riesgo

Un pasillo en la cárcel de Wad Ras.

Un pasillo en la cárcel de Wad Ras. / Manu Mitru

Fidel Masreal

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Barcelona
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"Tenemos un gran problema" con los suicidios en las cárceles. No es que lo digan -que lo dicen y repiten- las entidades pro derechos humanos, las familiares de los que han fallecido, las estadísticas en comparación con Europa. Es que lo admite y alerta el coordinador médico del programa de salud penitenciaria del ICS, del Govern, Enric Gil Tubella. Y lo advierten también las enfermeras especializadas, que saben perfectamente cuáles son los perfiles en riesgo.

Tubella, en una reciente jornada sobre salud mental penitenciaria organizada por el Parc Sanitari Sant Joan de Déu, admitió que los datos son contundentes, en especial a partir del Covid. El 2022 fue el peor año pero los últimos datos, del 2024, indican una tasa de suicidios por 10 mil habitantes del 8,1. Una cifra superior a la media europea. Para pode comparar los suicidios en las cárceles con los que se producen entre la población general, deberíamos multiplicar estos últimos por diez.

Además, en el 2024 las tentativas de suicidio en los centros penitenciarios catalanes registraron la cifra más alta de los últimos años: 162 casos (131 hombres y 31 mujeres lo intentaron). Es el doble de los casos del 2020. "Se nos han disparado los intentos, algo hemos hecho mal", admite Tubella.

Plan de choque: "puñetazo en la mesa"

El responsable médico detalla como el Govern ha dado un "puñetazo sobre la mesa" al crear un plan de choque para prevenir los suicidios. Y eso cuando ya antes del plan existían medidas de prevención muy superiores a las existentes en el Codi Risc Suïcidi que tiene que ver con la población general.

Buzón para alertar de casos

Tubella detalla un decálogo de medidas del plan. Destaca sobre todo la necesidad de "sensibilizar al personal y también a los internos". Otra de las medidas tiene que ver con la mejora de coordinación interna, entre responsables de Interior, psicólogos y equipos de salud mental, y un plan ante situaciones de estrés. También se ha puesto en marcha un buzón para que los internos puedan informar de casos de intenciones o ideaciones suicidas, de forma anónima. Existe también la posibilidad de que las personas encarceladas puedan formarse al respecto.

El plan pasa por un seguimiento más intensivo de los casos y una desescalada más lenta (recuperación de la estabilidad emocional) cuando se detectan intentos o ideaciones suicidas, restringir instrumentos que puedan ser letales y hacer obras en las celdas para dificultar los intentos de autolisis, como por ejemplo instalar metacrilato entre los barrotes par que sea más complicado utilizar una cuerda. El programa también incluye espacios de videovigilancia.

El Govern prevé mejorar la información entre las 'conselleries' implicadas en estos casos. Y finalmente está ultimándose un estudio sobre la perspectiva de género en relación con los suicidios en los centros penitenciarios.

El aislamiento, factor de riesgo

Tanto Tubella como Celia Cuadrado, enfermera de salud mental adscrita al programa entre salud mental de la Atención Primaria y el centro Wad Ras, coinciden en que uno de los factores de riesgo se produce cuando un interno pasa a régimen cerrado o de sancionados. "El mayor número de tentativas se produce en las primeras semanas -indica Tubella- y si además están aislados 23 horas al día, esto se dispara".

El aislamiento prolongado, la poca participación en actividades, genera desesperanza y la percepción de que la situación no tiene salida

Celia Cuadrado

— Enfermera de salud mental adscrita al programa entre salud mental de la Atención Primaria y el centro Wad Ras

"Está estudiado -detalla Cuadrado- que el aislamiento prolongado, la falta de contacto significativo con otras personas, la poca participación en actividades genera vacío, desesperanza y la percepción de que la situación no tiene salida ni fin".

Más elementos de riesgo

Cuadrado señala que existen otros factores que aumentan las posibilidades de ideación o intentos de autolisis. Uno es la edad, porque los jóvenes, en fase de construcción de su identidad tienen "menos recursos para gestionar situaciones de crisis y el ingreso en prisión supone muchas veces una ruptura con el entorno de forma brusca, sobre todo si tiene lugar sin una red de apoyo sólida", detalla.

Mujeres en un espacio masculino

Las mujeres también afrontan una situación especial, porque "el encarcelamiento supone en muchas ocasiones un impacto en su rol social, en su rol materno, muchas veces son cuidadoras del núcleo familiar, y la separación de los hijos, o ejercer la crianza en el centro penitenciario, generan una culpa y una angustia que puede desestabilizarlas a ellas y a su entorno". Además, según Cuadrado, "la organización y muchos funcionamientos de los espacios penitenciarios se basan en una mirada predominantemente masculina".

Las personas migrantes y racializadas -por la barrera idiomática y la lejanía de su familia- y el colectivo LGTBI+ -por estar sometido a estigmatización y violencia- son también colectivos con mayor riesgo de suicidio.

Las enfermeras, al piel del cañón

Para Cuadrado, el papel de las enfermeras es determinante: "Somos las primeras en escuchar las necesidades, las preocupaciones, los signos de alerta, en sospechar que alguna cosa no está yendo bien". Esto permite una intervención precoz y proporcionar un acompañamiento que puede ser decisivo en prevención de situaciones de riesgo". Y es que estar alerta, como indica Gil Tubella, es ver si un interno regala efectos personales, si está más agresivo, si deja de comer, si es la primera vez que ingresa en la cárcel, si su caso es mediático, si pierde relaciones familiares o si vive agresiones o extorsiones, tanto él como su familia en el exterior.

Tarea de todos

Tubella concluye que todos estos signos o indicios pueden ser detectados "por todo el mundo, en el centro, desde la persona de la limpieza, el vigilante, los sanitarios y los propios internos". A partir de ahí se pueden activar los mecanismos. Objetivo: prevenir, aumentar la supervivencia en caso de un intento y, fundamentalmente, reducir las altas tasas de mortalidad.

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